jueves, 21 de marzo de 2013

Seguridad a la pista

33. Número mítico si los hay. Los 33 orientales que lucharon por la independencia de lo que hoy es Uruguay. Los 33 años que tenía Jesucristo al morir y ese número que nos hace decir el médico vaya una a saber porqué. La cuestión es que hoy cumplo 33 semanas de mi segundo embarazo y NO DOY MÁS. Sí ya se que para que nazca a término debo esperar aunque sea 4 o 5 semanas más. Pero me tienen repodrida todas las cajeras de supers, chusmas de subte e ignotos curiosos repitiéndome “¿Es uno solo?, ¿Cuánto te falta?, Ya estamos, no?” Y después la de siempre ¿Nena o varón? Salvo las viejas que esas la tienen re-clara y ya te preguntan de toque ¿Para cuándo es ese varón? Al principio les sonreís y después les decís no doy más cortame la charla que me quiero ir a tirar a mi casa, subir las patas y rogar que mi otro hijo me de 5 minutos de paz.

Y a eso iba. ¡Cuán diferente es este embarazo del primero! Por dió! Mi primer hijo me pintó al óleo literalmente. Solo juega conmigo si no está el papa. O me busca para que le de comida, le compre cosas o lo lleve a lo de Abu. Léase soy un medio para llegar a un fin. Para completarla, cada vez que lo voy a buscar al jardín, para lo cual una trastoca todos sus horarios, el muy turrito corre a abrazarme, sonríe, me da su mochilita, pide upa y una vez arriba, mientras soporto 15 kilos y los 10 del embarazo me dice “Quiero papá” ¿Un capo, no? Una respira hondo, piensa en las recomendaciones del pediatra que el chico está estresado, que este año sufrió y está sufriendo muchos cambios, que hay que tenerle paciencia, que hay que contenerlo… Bla, bla, bla (sí, ese mismo que se hacía el duro y te decía que él se adapte porque es el nuevo hoy, patea para el otro lado. Traidor!!!) En fin, cuestión que con una sonrisa falsa en la boca le dice que ya vamos a casa con papá. Le suplicás que camine al menos hasta la calle para tomar un taxi, pero contesta con un rotundo NO imposible de negociar. Pero la tragedia no termina acá. Este pequeño gorrión de mamut cruza de Lucifer con Jaimito, ha reducido su vocabulario a dos o tres palabras que alterna para taladrar a Dios y María Santísima desde que llega a casa tipo 17 hs hasta que se duerme (22h) PAPI, PAPI, PAPI, PAPI, PAPI, PAPI, JUGAR, JUGAR, JUGAR, JUGAR, JUGAR, COMER, PAPI, PAPI, PAPI, JUGAR, JUGAR, JUGAR, JUGAR, y así. Entre un juego y otro, cada vez que tiene oportunidad le pega a la panza haciéndose el gracioso -“sin querer” por supuesto- pero con malicia, y ni se te ocurra decirle arriba mío no, porque se te instala estirándose para atrás solo para aplastar la panza y “decirle” al de adentro “¿seguro que querés salir de ahí?

Ahorta, lo mejor es el ánimo que te da la gente cuando una comenta estos celos enfermizos de mi retoño. El otro día mientras respondía las preguntas que comento más arriba, dando por sentado que razón era que nosotros le habíamos dado un hermanito sin que él lo pidiera. Ni te imaginas lo que me dijo otra jodida “¡Uh! Na, vas a tener que prestarle mucha atención. Inclusive psicológica.” Ahh mbueee! Ahora SI me das la tranquilidad que necesita una embarazada de 8 meses que apenas puede descansar entre su trabajo, hijo y lo que le queda de vida personal! ¡Eso es apoyo moral! ¿Acaso mi hijo es el primero en tener un hermano en el mundo? ¿Estamos todos locos? ¿a dónde quedaron esas frases de una amigo para toda la vida, la persona más parecida a vos, un compañero en los tiempos más difíciles… alguien que aguante a tus viejos además de vos? ¿No nos estamos yendo de mambo con la contención? ¿Y a los padres quién nos contiene? Cuando un pibe pasa de ser demandante a ser tu sombra, una garrapata que se te adosa gritando jugar, que no entiende que una debe ir al baño cada tanto, comer, dormir… Y no hablo de un viaje al Caribe, necesidades básicas nomás. Mbue en medio de ese KAOS está por nacer F. Y yo más que preocuparme del moisés, la ropita, el huevito busco patovicas de cuna que trabajen 7 x 24.