Hace más o menos una semana que
mientras camino siento que la gente mira mi situación más que embarazosa (35 semanas, 8 meses para los que no les gusta sacar
cuentas) y me arrojan metafóricas monedas de lástima a través de
sus ojos y/o comentarios.
Una de las más terribles fue a la
salida del jardín de Joaco. Para los que no saben les cuento que
nosotros este año además de tener un 2do hijo en breve nos seguimos
complicando la vida mandando al retoño de 2 añitos por la mañana al
maternal y por la tarde al jardín donde esperamos haga primaria y
secundaria. Suena a que super planificamos su vida. Pero la verdad es
que es un chino por donde lo mires. Estamos los 3 extenuados. Y
recién es ABRIL!! En fin, la cuestión es que desde que tengo panza
Joaco no quiere caminar. Quiere siempre UPA. No pronunciaba esa
palabra hasta mi embarazo. Y ahora no hay manera de que se mueva por
sus propios medios. Entonces, mamá, que ya lleva entre 10 y 12
kilitos del hermanito en la panza, debe alzar otros 15. Aguantás una
cuadra y le exigis/suplicás que camine aunque sea media cuadrita
hasta la estación de subte, Se niega rotundamente tirándose al piso
y revolcándose de un lado al otro. Una, con el exagerado embarazo
que ya se molestan entre panza y piernas, le tira de la mano para que
se levante, obviamente sin respuesta. Ahí pasa la primera señora
diciendo “Que lindo nene” (A lo que respondo para dejarlo en casa
o sacarlo en carrito porque no camina). La señora me mira con desdén
y se va. A los 20 metros aparece otra que lo increpa directo “Ayudala
a la mamá. No ves que tiene a tu hermanito” Y me dice, con esa
mirada de “Acá te tiro la posta”: “Esos son celos”
Yo me río por no llorar mientras pienso “Descubrió la pólvora”
y sigo caminando convencida que después de esa frase la señora no
me va a ayudar de ninguna manera.
Pero esta no es tan rápida como la primera y sigue tirando frases
innovadoras cuando al pasar otro viejo le dice en tono de broma al
nene “¿Y si la cargás vos a mamá?
Sí, igual de idiota que el resto, pero más simpático. Síntesis que
no se cómo llegamos a la esquina de casa. Previo paso por el subte
donde una panza que despierta el interés del 80% de la población
que me cruzo a diario más un nene de casi 1 metro vestido de pintor
no logran “pedir” el asiento por la sola y amplia presencia.
Caminado los últimos 80 metros (parecen las carreras de Palermo “Y
cruzaron el disco”) me detiene la vendedora de una boutique a la
voz de: “Disculpame. Pero no podés seguir así. Ese nene
está grande tiene que caminar porque vos vas a parir acá. Esperá
que le traigo caramelos.” Ja!
Con el “premio” en mano mi hijo se bajó a negociar. La piba
super piola le dice: Si te doy caramelos caminás?
Y el muy lerdo le arremetió los caramelos, me dio uno para que le
abra y se fue caminando hasta casa.
Ahora
el broche de oro en decadencia fue el viernes cuando un amable señor
de seguridad me ofrece pasar por la puerta en vez de los molinetes
del edificio. Y una vez dentro otro policía ya me ofrece salir por
el patio (portón doble hoja tipo estacionamiento) para que no de toda la vuelta
hasta los molinetes. A esa altura ya sin mochilas ni hijo de 3 años
encima una se siente una verdadera carpa de circo.