Ayer leí la mejor descripción de la
semana 37 de embarazo: Casa de Tomada
de Julio Cortázar. Esas habitaciones eran de algún modo mi
cuerpo. El altillo paradógicamente eran mis tobillos y pies.
Hinchados, enormes, escapando casi de cualquier calzado. Del mismo
modo las piernas eran las habitaciones contiguas que a través de
micro arañitas azules llevan y traen cansancio hacia ambos extremos.
Llegando a lo que solía ser la cadera, encontramos lo que quedó de
la pelvis. Como ya es imposible verla, depilarse se vuelve un acto de
fe, ya sea casero o en cualquier salón de belleza. A partir de ahí
todo está “okupado” por este nuevo ser, que desde allí maneja
cual titiritero el escaso equilibrio que le queda a la cadera y se
transmite a las rodillas. La famosa panza que ya pide permiso por si
sola en cualquier medio de transporte, la imagino como el salón de
los pasos perdidos de la Rosada. Imposible calcular sus dimensiones.
Este es el centro de operaciones del Okupa que se se ha tomado el
trabajo de correr mis órganos como muebles, vaya uno a saber a
dónde. Y tal como hacen los peces, a medida que fue creciendo, fue
acaparando más recovecos y metros cuadrados llegando a tomar todo el
torso y hasta los pechos. De hecho su poderosa influencia ha hecho
que luzcan caídos, casi como vigilándolo para no perder más
espacio.
En esta guerra perdida que se asemeja a
la caída del imperio romano, la conquista continúa en lo que serían
las alas este y oeste (mis brazos) que lo escoltan dando envión a
las pocas caminatas que le permite a mi (su) cuerpo convertido en
caballo de Troya. El último bastión que le resta gobernar es la
cabeza. Gracias a lo cual todavía puedo escribir estas palabras.
Pero la batalla final está muy cerca. Y si mi humilde experiencia no
me falla. Creo que su victoria está asegurada. Por más que dentro
de unos días esté fuera de mi cuerpo, luego de tenerlo en mis
brazos y reconocernos, todo mi cuerpo y vida le pertenecerán por
completo.
3 comentarios:
El embarazo es muy molesto. Yo no pude disfrutarlo (salvo cuando tenés prioridades en las colas y asientos en los bondis) y añoraba el momento en que mi cuerpo volviera a ser mío, todo mío. Ahora con el bebé afuera y el cuerpo volviendo a la normalidad me siento genial. Beso!
morí de amor. y me desvanezco por cortázar. tu alegoría es de otro mundo. falta poco, te abrazo!
Gracias chicas por la buena onda y estar del otro lado! beso
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