Yo
no se para las lectoras, pero para mi las vacaciones de invierno de
chica eran un suspiro. Y ahora de madre parecen los tres meses de
verano. Por eso como toodo el mundo llevo a hijomayor al teatro. Y
hoy mientras lo llevaba descubrí que toda salida con él es una gran
apuesta. Primero que nada apostás a que el show, historia o musical
le guste. Porque viste que a las 12 les gusta el dibujito que están
mirando y 10 minutos después les gusta otro porque pasaron la
publicidad en el corte. Después apostás a sacar una entrada desde
la cual el niñ@ vea algo y no se zarpe de cara. Luego, apostás a
tomar un bondi semivacío o donde por lo menos él pueda viajar
sentado. Apostás a que no se duerma o si lo hace que se despierte 2
cuadritas antes para no tener que caminar esas 3 o 4 cuadritas con 16
kilitos al hombro. Si la criaturita está despierta al bajar, apostás
a que en el camino no haya taanto merchandising como para perder el
sueldo en una salida. Llegás. Entrás. Te ubicás en los asientos y
mientras apostás a que no haya otro niño inadaptado social cerca
del tuyo para que la función no se convierta en un campo de batalla.
Ambos se sientan y ahí apostás que el show lo atrape lo suficiente
como para que no se quiera levantar a los 5 min de haber llegado,
pidiéndote una chocolatada con galletitas. Finalmente apostás a que
la función no sea tan larga como para que se te acabe la batería
del celular y te aburras como una ostra mirando a muñecotes moverse
al son de canciones tan malas como pegadizas. Canciones que apostás
no se acuerde como para ir cantándolas tooodo el viaje de vuelta
donde volvés a apostar lo mismo. Gracias a Dios hay algo que no
apostás porque ya ganaste: SE TERMINARON LAS VACACIONES!!!! ;-)
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