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lunes, 9 de marzo de 2015

Conciencia externa

La conciencia es definida por la RAE como el "Acto psíquico por el que un sujeto se percibe a sí mismo en el mundo" y aclara que a ella "solo puede tener acceso el propio sujeto". Mbue, pero la Externa viene  ofrecerte un plus. Sin que lo pidas. Así de onda, porque sos vos y me caés bien. Viene a ser algo así como un disco rígido que le ponés a una compu para que tenga más memoria, funcione más rápido y/o ande mejor. Eso, exactamente eso, es lo que a veces siento que desea ser mi mamá conmigo (y sus nietos por propiedad transitiva). Una especie de biblioteca de experiencias e ideas móvil, que se conecta de mil millones de maneras para recordarte todo lo imperfecta que sos, lo que te falta hacer, en lo que fallaste (no importa si hace 2 minutos o 30 años) y porque no, en lo que te vas a convertir si no hacés tal cosa.

Este disco se parece a esas cajitas pastillero, que tienen muchas divisiones y cada cuadradito viene a ser un interés particular de (en mi metáfora) mi madre. El primero (obvio) los nietos. Allí guarda frases como: "¿Vos lo ves desde ahí?", "¿Subió la escalera?" , "¿No está muy abrigado?", "¿Comió bien?", "Yo lo veo muy flaco". "Comprale otro uniforme ese está percudido", ¿Le sacaste turno con el médico? o incluso muchas más contradictorias como: "Dejalo que no coma, total a la tarde comió galletitas." , o con la ropa "Ponele cualquier cosa para que esté cómodo". Al costadito de este hueco, hay otro que viene a funcionar como un Google Calendar viviente que se ocupa de recordarte desde cumpleaños de la familia original, tíos, suegros, cuñados, amigos, vecinos y varios etcéteras, hasta que no faltes a la kermese de tu sobrino que organizó el jardincito. Incluyendo búsqueda de salón para el cumple de tu hijo (sin solicitarlo), recordatorios de hacer reclamo a la modista por el disfraz del 25 de mayo, que no te olvides de la nueva vacuna, pero que no se la des en cualquier parte, porque hay mucho bicho raro nuevo, viste? . En este apartado además de todas las fechas podés encontrar frases como: ¿Todavía no los llevaste a ver tal peli?, Esos nenes necesitan salir, ¿Les lees cuentos a la noche? etc, etc, etc.

En otro cubículo un poquito más alejado de estos, residen los mensajes que se suman a los quehaceres de los chicos con frases dirigidas a quien escribe diciendo más o menos esto: "No llegues tarde a la oficina, y vestite bien que a los hippies no les dan asensos.", "¿Cómo que no te entra ese trajecito divino que te regalé? Mbue, volvé a hacer dieta, para que te entre la ropa y te sientas mejor. Porque como dice la Chiqui « Si te ven mejor, te tratan mejor», "Ah, y si no llegás con todo, pedile ayuda a tu marido que está todo el día en la casa." - con tono a "que no hace nada", cuando en realidad trata de trabajar desde casa (que es muy distinto). "Todo bien con ese videíto que te hizo tu marido por el aniversario, pero que te cuide, porque vos sos una joyita.", Y no dejes que tu hijo te conteste así" en contraposición con: "No le grites tanto al nene, que si le hablás te entiende".

Otro cajoncito entre el de Eventos y el Mío (porque como toda mujer multitasking va y viene unos a otros, muchos los deja abiertos y vuelve sin avisar, otros los cierra... ella se entiende.. uno generalmente, no! maravilloso!) es como el sensible, aquí guarda un montonazo de frases que arrancan con: "Y cuando te quede un ratito libre, llamá a tus hermanos, tus tíos y sobrinos. (y agrega) Sabías que (y arranca el divague) al mayor le dieron cinturón blanco en Tae Won Do... Y no saben nada de vos... O mejor vení, y los visitás. No te conté la última de fulanito...

No mucho -por suerte-, pero cada tanto abre el compartimiento del TomáTeLoDije. Una catarata de catarsis, donde hace gala de no tener ningún tipo de filtro con nada ni nadie. Aquí encontraremos gran cantidad de material ácido-frontal con frases de tipo "Seguís con estrías? Si no te ponés malla enteriza no salgo con vos" ,  "Yo pagué las vacaciones", "Si engordás me voy a sentir estafada",

Offffffffffffffff. Definitivamente yo ando con ganas de se corte la luz o se extravíe el pendrive, que se llene de virus ese disco y haya que formatearlo... No. Mejor. Quiero volver a la Olivetti, reescribir cosas con biromes, o tallarlas en piedra... Crtl + Alt + Supr

jueves, 2 de enero de 2014

Hay algún comunicador en la sala?

Desde mis lejanos 18 que mantengo una estrecha relación con la comunicación. Soy Licenciada en Publicidad, Redactora publicitaria y recientemente recibida de Profesora de nivel medio y universitario también en publicidad. Este despligue de laureles no es para hacerme la canchera, ni buscar trabajo (aunque siempre un dinerillo extra viene muy bien, cualquier cosa escriban a: magaliarrigo@gmail.com jaja) y hacer una breve autocrítica de la cantidad de veces que le eché en cara a mi familia que eran muy calesiteros para decir las cosas.

En fin, les cuento lo que pasó hoy. Como muchos padres de clase media, que no cuentan con la ayuda de abuelos u otros parientes cercanos que les cuiden los chicos durante las vacaciones, debemos mandar a mi hijo a la colonia básicamente para poder trabajar. En nuestro caso, elegimos que siga yendo a la guardería donde va desde que tenía 5 meses. El tema es que este año fue allí solo por la mañana, ya que a la tarde iba al colegio donde conseguimos vacante (toodo un triunfo). Y, para no perderla, nos embarcamos en la locura de armarnos nuestra doble jornada partida, con almuerzo en casa con papá. Un delirio que no le recomiendo ni a mi peor enemigo. Hoy 9 meses después puedo decir con orgullo que salimos airosos, pero nos faltaba el cierre del asunto. ¿Cómo hacer para que el niño finalmente deje esta guarde y vaya 8 horas al cole donde finalmente conseguimos vacante en jornada completa. La estrategia: que fuera ahí de 10 a 17 para refrescarse en la mini pile que tienen, disfrutar con sus amigos y el aire acondicionado. Una especie de auto-despedida de la guarde, de esos amigos con los que compartió casi 4 años y las seños que adora.

La cosa es que nosotros lo teníamos tan internalizado, que ninguno de los dos le dijo nada hoy a Joaco por la mañana cuando lo dejamos en la guarde. Entonces, pasó lo obvio. Él creyó que a las 12 pasaba papá a buscarlo para ir a almorzar a casa. Así fue como se juntó solito su mochila y lo fue a esperar a la entrada. Y, por más que las seños le dijeron "Hoy te quedás a comer acá con los amigos, dormís siestita y después viene papá." El muy cabezón esperó un largo rato a papá, no durmió nada y recién se le pasó el alune cuando llegué yo a las 15.30 a buscar a su hermanito (o sea, ni siquiera le tocaba salir, pero me lo llevé por culposa).

Mientras me contaba todo lo sucedido la directora, que estaba en la puerta cuando lo fui a buscar, lloraba por dentro. Me acordé de las 2 o 3 veces que se habían olvidado de irnos a buscar a mi hermana y a mi al cole (boluda grandota era). ¡Qué feíto! Decí que nos dábamos ánimo entre nosotras y a veces, hasta de yapa, ligábamos almuerzo con las monjas. Me sentí suuper mal. Primero porque hoy, podría haber ido a las 12 cuando nos esperaba, segundo porque... era obvio: ni mi marido ni yo le contamos nuestro plan... pobrecito ¿Cómo procesa ese abandono un nene de 3 años? ¡Cuánta angustia! De camino a casa traté de explicarle que mamá y papá habían estado mal, que deberíamos haberle dicho.

¿Para qué estudiaste tantos años objetivos de comunicación y teorías de comportamiento del consumidor? ¿Para qué gastaste tanta guita en apuntes interminables de "emisor - mensaje – receptor"? ¿En cuántas reuniones de cliente interrumpiste diciendo "¿Pero qué quieren comunicar?" Claramente, hoy: se te quemaron los libros. La verdad es que él se olvidó al toque de lo que pasó. Pero a mi me llevó a reflexionar sobre cómo cumplimos tantos roles (mamá, profesional, estudiante, hija, esposa) dividiendo la info en compartimientos estancos. Cómo nos ponemos distintos disfraces cuando salimos o entramos a la guarde, a la oficina, al super, a casa; pero, ¿No se nos ocurre mezclar cada tanto uno con otros? ¿Pensar en cómo decirle esto para que haga tal sin que haga berrinche? Eso también es comunicar. Tratar de que alguien haga algo si yo le ofrezco tal mensaje: casi casi que de alguna manera también es publicitar. Claro, son mucho más atractivos e interesantes los datos de audiencia que nos llegan por mail, o las ideas que ganan premios, salen en la tele o son recordadas por la gente. Pero... ¿qué mejor que usar nuestro laburo para enriquecer la relación con nuestros hijos? ¡Será que al árbol no nos deja ver el bosque? ¡Que lo esencial realmente es invisible a los ojos? ¿Será que la vorágine en la que vivimos nos exige metas tan altas en cada rol, que se nos hace imposible cumplirlas? Aprovechando el inicio del año, me quedo con tratar de combinar trabajo y maternidad. Después les cuento cómo fue.    

viernes, 11 de octubre de 2013

¿Estudiás o trabajás?

Las dos cosas. Además soy mamá de dos "angelitos", esposa, chica que limpia y en mis ratos libres trato de ser amiga. ¡Ah! y si queda algo de tiempo: mujer por supuesto.
¿Te imaginás si al primer gil que te preguntó esto en el boliche le hubieras respondido con tremenda realidad a futuro? Hay cosas que merecerían poder volver el tiempo atrás. Todas tenemos un muerto en el placard al que tal vez hubiera estado bueno partirle la cabeza con una frase así. Pero volviendo a nuestros días... mi planteo iba a ¿Cómo hacemos?

Para las que no me conocen tanto les cuento que yo casi cambié la secundaria por mi primer laburo. Arranqué exactamente 6 meses después de recibirme del bachillerato. Con recién cumplidos 16 y un par de cuotas adeudadas en la facu porque tal como dijo mi madre "Si elegís ir a una privada te la pagás vos". Decí que el laburo era tranqui y me permitía estudiar. Porque al sueldo apenas lo olía. Pagaba la facu, compraba apuntes y chau. Creo que lo primero para mi que me compré fueron unas sandalias en verano, luego de aprobar todas las materias de primer año.

Cuestión que desde entonces siempre estudié y trabajé. 4, 6 u 8 horas (para la gilada) más de una vez fueron 10, 12 y hasta 28 o 30 horas seguidas. De hecho, si bien dejé de estudiar unos años, jamás de laburar. O apenas unos meses entre cambio de un laburo a otro. Una de las peores épocas que recuerdo era el laburo en agencia de publicidad de 10 a 19 y entrar a la facu 19.15 hasta las 22.30 de lunes a jueves. Y lo más loco... el viernes te quedaban ganas de salir. Hoy me doy cuenta que si bien están organizados de otro modo, toda mujer más o menos joven, profesional en activo y madre, hace lo mismo o más. Porque al laburo cada día más exigente, le sumás criaturas demandantes de tiempo, ayudas escolares, recursos, compras, regalos, llevadas e idas a buscar... ni hablar de la que cocina u ordena y lava. Mbue a todo eso sumale (porque tenés ganas o crees que es TU tiempo) un pos-título, posgrado, maestría o simple taller de lo que sea. Algo que tal vez te llena espiritualmente o te permite salir de la locura de la casa pero que tarde o temprano también te exige un esfuerzo extra. Levantarte antes para leer apuntes, o hacer investigaciones, redactar ensayos, o cualquier tipo de actividad que por más interesante que te resulte te consume el bien más preciado que está en peligro de extinción: TIEMPO.

Por eso me vuelvo a preguntar ¿Cómo hacemos? ¿Somos alienígenas? ¿Será porque somos las primeras en levantarnos y las últimas en dormir? Y encima, las que tenemos que saber dónde está cada cosa en casa, qué ropa hay que ponerle a nuestros hijos y por supuesto dónde están las medias de nuestros maridos. ¿Será porque no nos queremos perder una tampoco? Y como la que tenemos al lado en la oficina no tiene hijos ni marido ni nada y por eso se engancha en mil posgrados y vos no querés perder el tren ni que un día se convierta mágicamente en tu jefa. Entonces le sacás horas al sueño (que es quemar las naves: lo último que queda). Y tus ojeras y vos pasean apuntes entre la oficina, el cole, la consulta del pediatra, el baño...

Chicas, amigas, madres -Son casi las 2 de la mañana. Mirá la hora a la que escribo- claramente estoy en la misma. Si es por pasión y te gusta, la sonrisa de satisfacción tapa las ojeras mejor que el corrector. Ahora si es por obligación o para mostrarle a tal o cual que... Olvidate. No quemes tus naves. Seguí disfrutando el viaje y quedate con una maravillosa frase maravillosa que hoy a mi tío le decía a sus ex compareños de colegio a horas de su reencuentro: "No se olviden las canas, las arrugas, las panzas, los anteojos, las peladas... todas estas maravillas, nos hacen libres, sabios, glotones, intelectuales, trabajadores, inteligentes...NUNCA VIEJOS. Tanto costó conseguirlas que es hora de hacer un reconocimiento a estas virtudes de la vida."

martes, 27 de agosto de 2013

¿Sobreprotectoras?


A la hora de dejar a nuestro hijo, las madres somos capaces de hacer cual-quier-cosa. Googleamos jardines maternales cerca de casa o el trabajo. Preguntamos a amigos y compañeros. Leemos foros de madres para ver si lo que dice la web del jardín es verdad. Desconfiamos. Consultamos al pediatra. Llamamos a mamá (y porqué no a tu suegra) para contarle y ver qué opinan. En una de esas les da lástima y te ofrece cuidarlo ella. Recordás un par de desaciertos (como limpiarle la boca con el trapo de la cocina u… ). Pensás que está grande y merece disfrutar su tiempo como se le antoje. Además seguro le pone tele todo el día y al chico le van a quedar los ojos cuadraditos.

Entonces evaluás la posibilidad de una niñera, queriendo creer ilusamente que ella sí le va a hacer estimulación temprana, en tu casa, calentito, sin tener que salir a la calle que un freezer ni pescarse las mil y una pestes de los jardines. Pedís referencias. Bah, antes que nada evaluás costos. ¿La dejarías sola con los chicos? Ahí te agarró el miedito. Recordás historias truculentas de pelis, noticias varias y malas experiencias ajenas y como cuando perdés en un juego, volvés al principio.

Te decidís a hacer una investigación super exhaustiva, a lo Agatha Christie, de los jardines maternales, pensando que lo mejor es que interactúe con otros chicos. Navegando, preguntando o simplemente caminando por el barrio, te hacés de 3 o 4 lugares para visitar. Coordinás con las directoras y vas. El primero pinta bien. Pero cuando te muestran la sala donde va a estar parece más chica que tu baño. Encima la directora te aclara que “para no molestar a los chicos” el horario obligatorio es de 8 hs (sin excepción). Lo que significa que nunca podés ir a sacarlo antes, ni darle de comer si estás cerca y podés salir a mediodía. Sí, o sea no te dejan ver a Tu Hijo. Eso es comodidad para las maestras! No me jodan Hijas de Hitler! Segundo jardín: la sala es grande, el horario es flexible pero la seguridad menos 10! Un bebé no salió a la calle porque vos (absoluta desconocida de la casa) le cerraste la puerta. Descartado. 3er jardín (apuuren que se me acaba la lincenciaa!) todo mooy lindo, salvo que la luz les llega por carta. Si lo dejo ahí se me deprime. 

Después de encontrar la sala perfecta, con el horario libre, maestras divinas y niños felices… Un día tenés médico y lo terminás dejando una horita solo con la señora recepcionista (que por la edad, podría ser tu madre), de la cual la única referencia que tenés, son los 5 pisos por ascensor que compartieron, donde ni siquiera te habló del tiempo. ¿Seguridad de que salga corriendo con el carrito? Ninguna. Ok, me cuida gratis, pensás. Y no le pone tele porque no tiene. Lo más curioso es que se lo dejás relajadísima. Te hacés el estudio y antes de irte (comprobando que el bebe está enterito y sin un rasguño) se lo super agradecés. Entonces… ¿En cuál situación nos equivocamos?

lunes, 7 de enero de 2013

Instrucciones para engordar sin engordar



Sin intención de exagerar creo que desde que tengo uso de razón, hago o me tienen a dieta. Si bien acepto que tengo una humanidad generosa, amante del buen comer y un físico que asimila hasta una manzana, siempre envidié a las flacas como mi hermana que se daban panzadas de lo que sea y no se les hacía rollo ni cuando se sentaban. De muy chica me ponían a dieta por descomposturas estomacales cada dos por tres, de adolescente tuve que recurrir a ella para entrar en los vestidos de las fiestas de 15, de joven para poder lucir bikinis y ahora hoy vuelve como Matrix reloded a re re re re re re re re re y unos 10 re más con el embarazo.

Lo peor es que me jode terriblemente estar a dieta. Prohibirme sabores. Vedarme el paladar o peor, destinarlo a cosas insulsas, dulces metálicos, ensaladas - pasto, o galletitas que asemejan el cartón Paspartou. Decí que cambió tanto el mundo y con él nuestra percepción del mundo, porque yo de chica (tipo 8 o 10 ponele) recuerdo una tarde que andá a saber porque hablaba de las dietas con mi abuela y le tiré: “Yo después de casarme no hago más dieta, quedo embarazada y chau.” Iluuusaa. Al toque la abuela retractó: “Es que es más difícil mantener una pareja que conseguirla. Tampoco vas a poder engordar demasiado.” Y ahora que lo recuerdo no se si habrá sido consejo, percepción o designio de la naturaleza, pero la realidad es que desde hace más de 20 años que la dieta ya no es una excepción sino un modo de vida. Con altibajos, comienzos de lunes y dejadas de martes. Pero ahí está.

Ahora. Desde que el mundo es mundo la mujer cuando está embarazada engorda. Y ni siquiera por propia decisión. Engorda porque el pibe o piba ocupa un lugar en el espacio que da la casualidad que es adentro de una, vio? Te repiten hasta el cansancio que lo que vos comés es lo que come el feto. Y no podés comer pescado crudo, ni chorizo, ni tomar alcohol, ni fumar, ni, ni. Ahora vos leés que este jugo tiene ácido fólico y tomás, leés que las frutas secas tienen mucho omega 3 que le hace bien al desarrollo del feto y comés -porque de paso te sacia la ansiedad- Ahora vas a esa turrita balanza del consultorio de la nutricionista y la muy hdp te tira el peor número de tu vida. Y encima de la mala nueva te comés un reto. ¡Te dije que no subás más 7 en todo el embarazo! Si, todos pedimos imposibles. Yo también le pido a Dios ganarme el Quini y acá sigo pobre. Si todas las revistas y webs de padres te dicen que el número razonable para tener un bebe sano, es de un quilo por mes, o sea entre 10 y 12, ¿Porque a mi me dejan solo 7? Respuestas: “Cosete la boca” dijo mi mamá. “Salí a caminar” dijo el padre de la criatura.“Mejor. Así vas a volver a tu peso antes”, dijeron algunas amigas.
La cosa es que a mitad de embarazo apenas me quedan 3 kilitos por subir y 5 meses por transitar. O sea: estoy al horno (sin papás porque engordan). Si a alguna lectora amiga se le ocurre un consejo sabio para poder engordar sin engordar. O mejor engordar pero sin subir de peso espero su recomendación ASAP (as soon as posible -como dicen los cancheros) porque desde el jueves que me pesaron a hoy, seguro YA SUBÍ!

jueves, 20 de diciembre de 2012

Segundo


Hace casi dos años y medio, mientras salía de la sala de partos con la analgesia aún en mis piernas, recibía un saludo-consejo-casi-mandato de la gentil enfermera que ayudó a nacer a Joaco: “Te esperamos dentro de dos años para la nena.” Apenas me sonreí y creo haberle respondido “Dale”. Como quien se encuentra con un viejo amigo en la calle y le dice “Te llamo y almorzamos”. O sea para quedar bien, pero no lo llamás nunca.

Lo que sí recuerdo es que a la semana, estaba 100% convencida de que no sería tan pronto. Pero después de tanto tiempo una se olvida de las noches en vela, la teta cada 2 horas y media y los murales de puré en las paredes, porque lo que permanece en la memoria son las sonrisas, los abracitos, y los dulces mamá que nos despiertan cada día. A la par, sentimos que a lo lejos suena virtualmente el reloj biológico en nuestra cabeza cuando soplamos las 35 velitas, y mbue... nos lo planteamos de otra manera.

Y recordando esta sentencia, viendo a Joaco jugando solo en su cuarto, rememorando viejas andanzas con mis dos hermanos y escuchando cada vez más seguido ese fatal “Y el segundo para cuando” nos embarcamos inconcientemente en la búsqueda del famoso hermanito. Esta vez mucho más relajados, suponiendo o vislumbrando que conocíamos por lo que íbamos a pasar y por supuesto queriendo que Joaco disfrutara de esa maravillosa sensación de tener un hermano. Un amigo, confidente, compañero de vida. Alguien con quien charlar antes de dormir. Quien te haga un lugarcito en la cama cuando hay tormenta. Alguien a quien pasarle la ropa. Con quien aprender a compartir los juguetes, los amigos, los padres. Y a este punto va el post.

Porque si bien todos te cuentan de los celos que van a surgir entre hermanos, jamás pensé que fuera tan pronto. Antes de mirar el resultado del Evatest, Joaco ya estaba insoportable. Se convirtió en un ataque de nervios permanente. Un pegoteo desmesurado conmigo. Unas patadas o manotazos a la panza cada vez que puede. Es más, si fuera nena creería que le vino o le está por venir, porque le surjen de la nada unos altibajos emocionales, típicos del prototipo de mujer histérica. En segundos y sin motivo aparente se largan un llanto propio de un golpazo y al toque por la misma razón (o sea ninguna) se matan de risa.

Esta situación me llevó a reflexionar sobre cómo serían los primeros días del/la segund@ -al día de hoy no sabemos qué será- . ¿Te diste cuenta que el segundo ya tiene competencia antes de conocer el mundo? Encima, no se le presta ni la mitad de atención que al primero. Yo personalmente, no leo cada noche el diario de un embarazo para ver qué le pasó hoy. Ni le ponemos música tan seguido. Ni sigo la dieta como antes. Y aunque trato de caminar siempre que puedo, no hago gimnasia como antes. Además de tener que levantar a Joaco cuando se empaca. Y tantos “ys”... que me ataca la culpa y siempre que puedo trato de ser ecuánime. Sobretodo porque yo siempre me quejé de esa desigualdad entre el primero y el segundo. Pero es casi imposible. El de afuera demanda como si supiera que se le termina el reino pronto. Y el/la de adentro ni se imagina lo que le espera. Una vida plagada de comparaciones “Es más largo, gordo, lindo, tranquilo... y demás guachadas... que Joaco”, un guardarropas de feria americana (incluso si es nena), un carrito, huevito, cuna y hasta juguetes usados... ¿A los cuantos meses conoce “el olorcito a nuevo”?

Ahora, si los médicos saben que a los chicos de 2 les cuesta este tema, me podés explicar ¿porque demonios te joden para que tengas otro a los 2? Obvio ¡¡Para joderte la vida!! Porque ellos lo traen al mundo pero el que se lo banca todos los días sos vos. ¿Cómo harán esas mega familias que se les ocurre tener 5, 6, 7 y hasta 8 pibes? ¿Tan masoquistas son? ¿Será verdad que del tercero en adelante se cría solo? ¿Hay una edad óptima para tener al segundo? Yo ya estoy al horno, pero por si te sirve te cuento. Muchos artículos de internet dicen que lo mejor es antes de los 2. Pero con lo que me costó a mi adaptarme a esta nueva vida, esa no era opción. Otras mamás que de 2 a 4 está bueno para que jueguen juntos y compartan más cosas. Pero bancate la época de los berrinches de los 2. Porque con un embarazo le estás dando una razón más que valedera para que se encapriche con pavadas. La última es que sean más grandes y probablemente te pidan ellos un hermanito. Aunque indefectiblemente surgirán los celos en algún momento.

En síntesis, “si te gusta el durazno, bancate la pelusa.” No leas tanto, ni te informes en demasía, ni le rompas tanto al pediatra, la maestra y el obstetra con preguntas sin respuesta. Recordá a aquellas madres inmigrantes de principios de 1900 que tenían entre 10 y 13 hijos. Seguro que jamás se plantearon todo esto. ¡Y sobrevivieron!