Una ronda de mate o mesa de café virtual (depende de qué lado de la general paz naciste) donde las madres –presentes, recurrentes y futuras- podemos encontrarnos, refugiarnos, pelearnos, escaparnos, desentendernos, sentirnos reflejadas y sobretodo decir lo que nos pasa.
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lunes, 8 de septiembre de 2014
Crónica de un sueño anunciado
23:45 me voy a dormir fusilada después de disfrutar de un domingo interminable 100% junto a los niños. 2:00 am Tose y mañerea repetidas veces el bebé. Le pongo el chupete y vuelvo a dormir. 4:00 am: me despierta Hijo de 4 al pegarse a mi lado de la cama pidiéndome que lo deje dormir ahí. Lo dejo porque desfallezco de sueño. Me estruja contra su padre, Reflexiono (es el 3er día consecutivo) Me enojo, lo levanto y mientras discutimos lo llevo hasta su cama. Se acuesta. Me quedo tirada en el fiaca con la vana ilusión de que se duerma rápido. Ojos de 2 de oro. Le tiene miedo al ruido de los aviones (cree que son truenos). Pienso (se muere si vive cerca de una vía de tren). 5:30 Tose y medio llora el bebe. Creyendo que el grande está dormido me levanto. Hijo de 4 se despierta y me mira con cara de ¿A dónde vas? Le digo: "voy a ver a tu hermano y vuelvo". Miento. Le pongo el chupete y regreso a mi tan ansiada cama. No bien cierro los ojos arranca sonata en do menor de los ronquidos estruendosos de marido. (no te puedo creeeeer grito mentalmente). Paren el mundo que me quiero bajar...No se cómo concilio el sueño. 6:15 Llora el bebe porque quiere la leche. Mi yo zombie la prepara y se la da en mi cama con la peregrina idea de que al terminar de tomar se duerma y yo pueda hacer lo mismo los pocos minutos que me restan. 6:45 Lo obvio, recién termina de tomar el bebé y suela el despertador. Me baño de memoria, en automático, y al llegar a la cocina descubro que no hay café.
viernes, 16 de mayo de 2014
¿Qué debe saber un chico de 4 años?

Hoy me desperté leyendo este artículo de la Lic. Miriam I Martínez y automáticamente me obligué a compartirlo con ustedes. Es medio larguito pero creeme que cada palabra vale la pena...
Hace poco, en un foro sobre la educación de los hijos, leí una entrada de una madre preocupada porque sus hijos, de cuatro años y año y medio, no sabían lo suficiente. "¿Qué debe saber un niño de cuatro a...ños?", preguntaba.
Las respuestas que leí me llamaron mucho la atención. Una madre indicaba una lista de todas las cosas que sabía su hijo. Contar hasta 100, los planetas, escribir su nombre y apellido, y así sucesivamente. Otras presumían de que sus hijos sabían muchas más cosas, incluso los de tres años. Algunas incluían enlaces a páginas con listas de lo que debe saber un niño a cada edad. Solo unas pocas decían que cada niño se desarrolla a su propio ritmo y que no hay que preocuparse.
Pensé que probablemente la respuesta de esas mujeres a una madre angustiada fuera añadirle más preocupación. Somos una cultura tan competitiva que hasta nuestros niños en edad preescolar se han convertido en trofeos de los que presumir. Pero atención!!! La infancia no debe ser una carrera que arroja por resultado niños ganadores y niños perdedores.
Alicia Bayer, una mujer norteamericana que se interesa por los temas de infancia y educación, hace una lista de aquellas cosas importantes que debe saber un niño/a de 4 años. Me pareció hermosa y la comparto:
1.Debe saber que lo quieren por completo, incondicionalmente y en todo momento.
2.Debe saber que está a salvo y además cómo mantenerse a salvo en lugares públicos, con otra gente y en distintas situaciones. Debe saber que tiene que fiarse de su instinto cuando conozca a alguien y que nunca tiene que hacer algo que no le parezca apropiado, se lo pida quien se lo pida. Debe conocer sus derechos y que su familia siempre lo va a apoyar.
3.Debe saber reír y utilizar su imaginación. Debe saber que nunca pasa nada por pintar el cielo de color naranja o dibujar gatos con seis patas.
4.Debe saber lo que le gusta y tener la seguridad de que se le va a dejar dedicarse a ello. Si no le apetece nada aprender los números, sus padres tienen que darse cuenta de que ya los aprenderá, casi sin querer, y dejar que en cambio se dedique a las naves espaciales, los dinosaurios, a dibujar o a jugar en el barro.
5.Debe saber que el mundo es mágico y él también. Debe saber que es fantástico, listo, creativo, compasivo y maravilloso. Debe saber que pasar el día al aire libre haciendo collares de flores, pasteles de barro y casitas de cuentos de hadas es tan importante como aprender los números. Mejor dicho, mucho más.
Pero más importante es lo que deben saber los padres:
1.Que cada niño aprende a andar, hablar, leer y hacer cálculos a su propio ritmo, y que eso no influye en absoluto en cómo de bien ande, hable, lea o haga cálculos después.
2.Que el factor que más influye en el buen rendimiento académico y las buenas notas en el futuro no son los manuales, ni las guarderías elegantes, ni los juguetes caros, sino que mamá o papá dediquen un rato cada día o cada noche (o ambos) a compartir momentos de juego, lectura, dibujos y risas con sus hijos.
3.Que ser el niño más listo o más estudioso de la clase nunca ha significado ser el más feliz. Estamos tan obsesionados por tratar de dar a nuestros hijos todas las "ventajas" que lo que les estamos dando son unas vidas tan pluriempleadas y llenas de tensión como las nuestras. Una de las mejores cosas que podemos ofrecer a nuestros hijos es una niñez sencilla y despreocupada.
4.Que nuestros niños merecen vivir rodeados de libros, naturaleza, utensilios artísticos y, lo más importante, libertad para explorarlos. La mayoría de nosotros podríamos deshacernos del 90% de los juguetes de nuestros hijos y no los echarían de menos, pero algunos son importantes: juguetes creativos como los LEGO y los de encastre, una buena cantidad de témperas y plastilinas, los instrumentos musicales, los disfraces, y libros y más libros. Necesitan libertad para explorar con estas y otras cosas, amasar pan y ponerlo todo perdido, usar pintura, plastilina y purpurina en la mesa de la cocina mientras hacemos la cena aunque lo salpiquen todo, tener un rincón en el jardín en que puedan arrancar la hierba y hacer un cajón de barro.
5.Que nuestros hijos necesitan tenernos más. Hemos aprendido tan bien eso de que necesitamos cuidar de nosotros mismos que algunos lo usamos como excusa para que otros cuiden de nuestros hijos. Claro que todos necesitamos tiempo para un baño tranquilo, ver a los amigos, un rato para despejar la cabeza y, de vez en cuando, algo de vida aparte de los hijos. Pero vivimos en una época en la que las revistas para padres recomiendan que tratemos de dedicar 10 minutos diarios a cada hijo y prever un sábado al mes dedicado a la familia. ¡Qué horror! Nuestros hijos necesitan la Nintendo, los ordenadores, las actividades extraescolares, las clases de ballet, fultbol e ingles mucho menos de lo que nos necesitan a NOSOTROS. Necesitan a unos padres que se sienten a escuchar su relato de lo que han hecho durante el día, unas madres que se sienten a hacer manualidades con ellos, padres y madres que les lean cuentos y hagan tonterías con ellos. Necesitan que demos paseos con ellos en las noches de primavera sin importarnos que el pequeñajo vaya a 150 metros por hora. Tienen derecho a ayudarnos a hacer la cena aunque tardemos el doble y trabajemos el doble. Tienen derecho a saber que para nosotros son una prioridad y que nos encanta verdaderamente estar con ellos.
Tal como decía ella, creo que tenemos mucho para reflexionar como padres, educadores, o el rol que nos una con la infancia. ¿Vos qué pensás?
jueves, 2 de enero de 2014
Hay algún comunicador en la sala?
Desde
mis lejanos 18 que mantengo una estrecha relación con la
comunicación. Soy Licenciada en Publicidad, Redactora publicitaria y
recientemente recibida de Profesora de nivel medio y universitario
también en publicidad. Este despligue de laureles no es para hacerme
la canchera, ni buscar trabajo (aunque siempre un dinerillo extra
viene muy bien, cualquier cosa escriban a: magaliarrigo@gmail.com
jaja) y hacer una breve autocrítica de la cantidad de veces que le
eché en cara a mi familia que eran muy calesiteros para decir las
cosas.
En
fin, les cuento lo que pasó hoy. Como muchos padres de clase media,
que no cuentan con la ayuda de abuelos u otros parientes cercanos que
les cuiden los chicos durante las vacaciones, debemos mandar a mi
hijo a la colonia básicamente para poder trabajar. En nuestro caso,
elegimos que siga yendo a la guardería donde va desde que tenía 5
meses. El tema es que este año fue allí solo por la mañana, ya que
a la tarde iba al colegio donde conseguimos vacante (toodo un
triunfo). Y, para no perderla, nos embarcamos en la locura de
armarnos nuestra doble jornada partida, con almuerzo en casa con
papá. Un delirio que no le recomiendo ni a mi peor enemigo. Hoy 9
meses después puedo decir con orgullo que salimos airosos, pero nos
faltaba el cierre del asunto. ¿Cómo hacer para que el niño
finalmente deje esta guarde y vaya 8 horas al cole donde finalmente
conseguimos vacante en jornada completa. La estrategia: que fuera ahí
de 10 a 17 para refrescarse en la mini pile que tienen, disfrutar con
sus amigos y el aire acondicionado. Una especie de auto-despedida de
la guarde, de esos amigos con los que compartió casi 4 años y las
seños que adora.
La
cosa es que nosotros lo teníamos tan internalizado, que ninguno de
los dos le dijo nada hoy a Joaco por la mañana cuando lo dejamos en
la guarde. Entonces, pasó lo obvio. Él creyó que a las 12 pasaba
papá a buscarlo para ir a almorzar a casa. Así fue como se juntó
solito su mochila y lo fue a esperar a la entrada. Y, por más que
las seños le dijeron "Hoy te quedás a comer acá con los
amigos, dormís siestita y después viene papá." El muy
cabezón esperó un largo rato a papá, no durmió nada y recién se
le pasó el alune cuando llegué yo a las 15.30 a buscar a su
hermanito (o sea, ni siquiera le tocaba salir, pero me lo llevé por
culposa).
Mientras
me contaba todo lo sucedido la directora, que estaba en la puerta
cuando lo fui a buscar, lloraba por dentro. Me acordé de las 2 o 3
veces que se habían olvidado de irnos a buscar a mi hermana y a mi
al cole (boluda grandota era). ¡Qué feíto! Decí que nos dábamos
ánimo entre nosotras y a veces, hasta de yapa, ligábamos almuerzo
con las monjas. Me sentí suuper mal. Primero porque hoy, podría
haber ido a las 12 cuando nos esperaba, segundo porque... era obvio:
ni mi marido ni yo le contamos nuestro plan... pobrecito ¿Cómo
procesa ese abandono un nene de 3 años? ¡Cuánta angustia! De
camino a casa traté de explicarle que mamá y papá habían estado
mal, que deberíamos haberle dicho.
¿Para
qué estudiaste tantos años objetivos de comunicación y teorías de
comportamiento del consumidor? ¿Para qué gastaste tanta guita en
apuntes interminables de "emisor - mensaje – receptor"?
¿En cuántas reuniones de cliente interrumpiste diciendo "¿Pero
qué quieren comunicar?" Claramente, hoy: se te quemaron los
libros. La verdad es que él se olvidó al toque de lo que pasó.
Pero a mi
me llevó a reflexionar sobre cómo cumplimos tantos roles (mamá,
profesional, estudiante, hija, esposa) dividiendo la info en
compartimientos estancos. Cómo nos ponemos distintos disfraces
cuando salimos o entramos a la guarde, a la oficina, al super, a
casa; pero, ¿No se nos ocurre mezclar cada tanto uno con otros?
¿Pensar en cómo decirle esto para que haga tal sin que haga
berrinche? Eso también es comunicar. Tratar de que alguien haga algo
si yo le ofrezco tal mensaje: casi casi que de alguna manera también
es publicitar. Claro, son mucho más atractivos e interesantes los
datos de audiencia que nos llegan por mail, o las ideas que ganan
premios, salen en la tele o son recordadas por la gente. Pero... ¿qué
mejor que usar nuestro laburo para enriquecer la relación con
nuestros hijos? ¡Será que al árbol no nos deja ver el bosque? ¡Que
lo esencial realmente es invisible a los ojos? ¿Será que la
vorágine en la que vivimos nos exige metas tan altas en cada rol,
que se nos hace imposible cumplirlas? Aprovechando el inicio del
año, me quedo con tratar de combinar trabajo y maternidad. Después
les cuento cómo fue.
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martes, 31 de diciembre de 2013
miércoles, 30 de octubre de 2013
Ni
No
me cierra la camisa,
No
me cierra ningún pantalón que no sea elastizado
No
me cierran los números (Menos que antes)
No
nos cierra el baúl del auto
No
se cierra la puerta del mi cuarto
No
me cierran las cajas que guardan juguetes
No
me cierra dormir entre 4 y 5 horas
No
me cierra tener vida solo después de las 23.00
No
me cierran los ojos con ojeras
No
me cierra no poder enfermarme -avisenles la esclavitud se abolió
hace 200 años-
No
me cierran los bolsos de pañales, toallitas y ropita por las dudas
No
me cierra tener que repetir mil veces las cosas para que me haga caso
No
me cierra retarlo y que se ría descaradamente
Porque
además siempre...
Me
cierra el super o está lleno de jubilados y cajeras superlentas
Me
cierra el cole, va lleno el subte y no llego a buscarlo
Se
me cierran los ojos cuando quiero leer
Se
me cierra la mente cuando hace berrinches y llora el más chiquito
Se
me cierra el estómago si les pasa algo
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martes, 22 de octubre de 2013
¿Feliz? Día mamá
Desde que soy madre el festejo del día que nos homenajea es una antesala de las fiestas de fin de año. “Si la paste el año pasado con tal, este te toca con cual” y aunque más de una vez no recuerden si tomaron la pastillita de la presión o dónde dejaron los anteojos, de eso no se olvidan. Previendo situaciones embarazosas (nunca más pertinente el adjetivo ja!) me encantó la idea de mi marido -en representación de mis hijos- de irnos el finde a una Estancia hermosa, disfrutando de mucho verde, aire puro y deleitándome con empanadas, tortas y pastelitos que devoré como una cerda. Obvio que antes de irme fui a saludar a mi madre que lógicamente me ladró y me pasó factura de que hace tres años que no la pasamos con ella. Lo que obvio decir es que no fue así porque ella se fue de viaje. Detalles aparte partimos con mucha ilusión de recargar pilas y descansar sobre todas las cosas.
Fiel al estereotipo de niño ladilla de 3 años o más hijomayor fue in-su-fri-ble los casi 2 días. Pareciera que hubiera sabido que una iba a descansar para hacer todo lo contrario. Arrancó ya en el viaje enojándose porque no llegó a ver un avión que pasó sobre la ruta. Siguió con el típico falta mucho para llegar? Y eso que uno cree que al llegar se termina, no señoras… se potencia. Al bajarse del auto dice tener sueño. Al “dormí” que le propino me responde “No quiero dormir. Quiero comer”. Vamos a comer. Naaaa, yo quiero jugar… Mbue toda madre con un hijo de más o menos su edad puede completar este diálogo sin sentido como más le guste, o en realidad disguste. Cuestión que contra su voluntad fuimos a almorzar. Obvio ahí el santo de 5 meses arranca con llanto que hace saltar los techos porque tiene hambre. Tengo una teoría al respecto. El tipo oye ruido de cuchillo o tenedor y le da hambre. Sino no entiendo porque SIEMPRE que voy a comer él tiene hambre? Es como un “culo veo culo quiero”!!!
Pasada esa locura, hijomayor arranca con “Quiero ir al baño” el último grito de la moda para molestar padres y conseguir el 100% de su atención. Y como te da más vergüenza que se mee en un restaurant que te rompa 5 veces, cada 5 o 10 minutos con esa pregunta, vas. Ya harta más que harta pero vas. Llanto, pataleo para sacarlo y llevarlo al baño. Discusiones bizantinas entre querés postre, qué postre… etc. Otra vez alude sueño, entonces te ilusionás con que vas a ser feliz una horita y él se va a levantar mejor. Pero mientras lo llevás a la habitación, ve los caballos. FUISTE! Ahí arranca la cantinela. ¿Te acordás de Bart y Lisa Simpson de “¿Nos llevás a Monte Splash?” Mbue igual pero con caballitos. Rezándole internamente a la virgen de la paciencia (si es que existe) pedí el sulky para los dos. Ahí otra vez la histeria ovárica femenina. “Quiero ir. No voy. Quiero ir. No voy.” Creo que si fuera nena tendría algo de lógica… pero de varón no se la encuentro. A la rastra lo subí y me lo llevé. De camino charló hasta por los codos. Que porque nosotros vamos en “caballo con ruedas y los demás en caballos solos”, “dale mamá apurate que nos ganan”, “mirá mama, caca de caballo!”, y millones de frases a las que respondés “Ahhh, sí ¿viste?”
La tarde fue más o menos igual. Y su padre le decía, es el finde mamá vamos a portarnos bien bla bla. Y no sé si fue ahí o un rato después que se me soltó la cadena y le tiré “¿Sabés cuándo voy a pasar un buen día de la madre? Cuando se vayan de casa!” Automáticamente se me cayeron mil fichas. Y me acordé de mi mamá. Acababa de decir una guarangada. O no, no se. Salió así en medio del enajenamiento. Hijomayor ni se dio cuenta. Pero yo me quedé pensando ¿Qué nos pasa? Ella (mi mamá) ansiando tenernos a los 3. Y yo queriendo dejar uno de camino. Y me quedé reflexionando sobre eso. Cuando son chicos no deciden: la pasan con vos sí o sí. Pero cuando se vuelven mayores y educados, civilizados y tienen poder de decisión. Es decir cuando ya sí podrías pasarla bien con ellos. Se van porque ya tienen otras madres para homenajear. Es muy loco no? Al final, como madres siempre nos van a faltar 5 para el peso. ¿Seremos demasiado hincha pelotas? ¿O nacimos para aguantar lo que venga? Al punto de bancarles todo. Igual que mi mamá que a
pesar de su enojo por no compartir su almuerzo conmigo sabe que la próxima semana, después de algunas caras largas y pasadas de factura, seguramente nos vamos a amigar y abrazar como si no hubiera pasado nada. Porque en el fondo toda mamá tiene memoria selectiva y guarda solo lo que nos hace bien a los dos.
Al final mi fin de semana del día de la madre me hizo acordar a este comercial.
¿Y el tuyo cómo fue?
Fiel al estereotipo de niño ladilla de 3 años o más hijomayor fue in-su-fri-ble los casi 2 días. Pareciera que hubiera sabido que una iba a descansar para hacer todo lo contrario. Arrancó ya en el viaje enojándose porque no llegó a ver un avión que pasó sobre la ruta. Siguió con el típico falta mucho para llegar? Y eso que uno cree que al llegar se termina, no señoras… se potencia. Al bajarse del auto dice tener sueño. Al “dormí” que le propino me responde “No quiero dormir. Quiero comer”. Vamos a comer. Naaaa, yo quiero jugar… Mbue toda madre con un hijo de más o menos su edad puede completar este diálogo sin sentido como más le guste, o en realidad disguste. Cuestión que contra su voluntad fuimos a almorzar. Obvio ahí el santo de 5 meses arranca con llanto que hace saltar los techos porque tiene hambre. Tengo una teoría al respecto. El tipo oye ruido de cuchillo o tenedor y le da hambre. Sino no entiendo porque SIEMPRE que voy a comer él tiene hambre? Es como un “culo veo culo quiero”!!!
Pasada esa locura, hijomayor arranca con “Quiero ir al baño” el último grito de la moda para molestar padres y conseguir el 100% de su atención. Y como te da más vergüenza que se mee en un restaurant que te rompa 5 veces, cada 5 o 10 minutos con esa pregunta, vas. Ya harta más que harta pero vas. Llanto, pataleo para sacarlo y llevarlo al baño. Discusiones bizantinas entre querés postre, qué postre… etc. Otra vez alude sueño, entonces te ilusionás con que vas a ser feliz una horita y él se va a levantar mejor. Pero mientras lo llevás a la habitación, ve los caballos. FUISTE! Ahí arranca la cantinela. ¿Te acordás de Bart y Lisa Simpson de “¿Nos llevás a Monte Splash?” Mbue igual pero con caballitos. Rezándole internamente a la virgen de la paciencia (si es que existe) pedí el sulky para los dos. Ahí otra vez la histeria ovárica femenina. “Quiero ir. No voy. Quiero ir. No voy.” Creo que si fuera nena tendría algo de lógica… pero de varón no se la encuentro. A la rastra lo subí y me lo llevé. De camino charló hasta por los codos. Que porque nosotros vamos en “caballo con ruedas y los demás en caballos solos”, “dale mamá apurate que nos ganan”, “mirá mama, caca de caballo!”, y millones de frases a las que respondés “Ahhh, sí ¿viste?”
La tarde fue más o menos igual. Y su padre le decía, es el finde mamá vamos a portarnos bien bla bla. Y no sé si fue ahí o un rato después que se me soltó la cadena y le tiré “¿Sabés cuándo voy a pasar un buen día de la madre? Cuando se vayan de casa!” Automáticamente se me cayeron mil fichas. Y me acordé de mi mamá. Acababa de decir una guarangada. O no, no se. Salió así en medio del enajenamiento. Hijomayor ni se dio cuenta. Pero yo me quedé pensando ¿Qué nos pasa? Ella (mi mamá) ansiando tenernos a los 3. Y yo queriendo dejar uno de camino. Y me quedé reflexionando sobre eso. Cuando son chicos no deciden: la pasan con vos sí o sí. Pero cuando se vuelven mayores y educados, civilizados y tienen poder de decisión. Es decir cuando ya sí podrías pasarla bien con ellos. Se van porque ya tienen otras madres para homenajear. Es muy loco no? Al final, como madres siempre nos van a faltar 5 para el peso. ¿Seremos demasiado hincha pelotas? ¿O nacimos para aguantar lo que venga? Al punto de bancarles todo. Igual que mi mamá que a
pesar de su enojo por no compartir su almuerzo conmigo sabe que la próxima semana, después de algunas caras largas y pasadas de factura, seguramente nos vamos a amigar y abrazar como si no hubiera pasado nada. Porque en el fondo toda mamá tiene memoria selectiva y guarda solo lo que nos hace bien a los dos.
Al final mi fin de semana del día de la madre me hizo acordar a este comercial.
¿Y el tuyo cómo fue?
viernes, 11 de octubre de 2013
¿Estudiás o trabajás?
Las dos cosas. Además soy mamá de dos "angelitos", esposa, chica que limpia y en mis ratos libres trato de ser amiga. ¡Ah! y si queda algo de tiempo: mujer por supuesto.
¿Te imaginás si al primer gil que te preguntó esto en el boliche le hubieras respondido con tremenda realidad a futuro? Hay cosas que merecerían poder volver el tiempo atrás. Todas tenemos un muerto en el placard al que tal vez hubiera estado bueno partirle la cabeza con una frase así. Pero volviendo a nuestros días... mi planteo iba a ¿Cómo hacemos?
Para las que no me conocen tanto les cuento que yo casi cambié la secundaria por mi primer laburo. Arranqué exactamente 6 meses después de recibirme del bachillerato. Con recién cumplidos 16 y un par de cuotas adeudadas en la facu porque tal como dijo mi madre "Si elegís ir a una privada te la pagás vos". Decí que el laburo era tranqui y me permitía estudiar. Porque al sueldo apenas lo olía. Pagaba la facu, compraba apuntes y chau. Creo que lo primero para mi que me compré fueron unas sandalias en verano, luego de aprobar todas las materias de primer año.
Cuestión que desde entonces siempre estudié y trabajé. 4, 6 u 8 horas (para la gilada) más de una vez fueron 10, 12 y hasta 28 o 30 horas seguidas. De hecho, si bien dejé de estudiar unos años, jamás de laburar. O apenas unos meses entre cambio de un laburo a otro. Una de las peores épocas que recuerdo era el laburo en agencia de publicidad de 10 a 19 y entrar a la facu 19.15 hasta las 22.30 de lunes a jueves. Y lo más loco... el viernes te quedaban ganas de salir. Hoy me doy cuenta que si bien están organizados de otro modo, toda mujer más o menos joven, profesional en activo y madre, hace lo mismo o más. Porque al laburo cada día más exigente, le sumás criaturas demandantes de tiempo, ayudas escolares, recursos, compras, regalos, llevadas e idas a buscar... ni hablar de la que cocina u ordena y lava. Mbue a todo eso sumale (porque tenés ganas o crees que es TU tiempo) un pos-título, posgrado, maestría o simple taller de lo que sea. Algo que tal vez te llena espiritualmente o te permite salir de la locura de la casa pero que tarde o temprano también te exige un esfuerzo extra. Levantarte antes para leer apuntes, o hacer investigaciones, redactar ensayos, o cualquier tipo de actividad que por más interesante que te resulte te consume el bien más preciado que está en peligro de extinción: TIEMPO.
Por eso me vuelvo a preguntar ¿Cómo hacemos? ¿Somos alienígenas? ¿Será porque somos las primeras en levantarnos y las últimas en dormir? Y encima, las que tenemos que saber dónde está cada cosa en casa, qué ropa hay que ponerle a nuestros hijos y por supuesto dónde están las medias de nuestros maridos. ¿Será porque no nos queremos perder una tampoco? Y como la que tenemos al lado en la oficina no tiene hijos ni marido ni nada y por eso se engancha en mil posgrados y vos no querés perder el tren ni que un día se convierta mágicamente en tu jefa. Entonces le sacás horas al sueño (que es quemar las naves: lo último que queda). Y tus ojeras y vos pasean apuntes entre la oficina, el cole, la consulta del pediatra, el baño...
Chicas, amigas, madres -Son casi las 2 de la mañana. Mirá la hora a la que escribo- claramente estoy en la misma. Si es por pasión y te gusta, la sonrisa de satisfacción tapa las ojeras mejor que el corrector. Ahora si es por obligación o para mostrarle a tal o cual que... Olvidate. No quemes tus naves. Seguí disfrutando el viaje y quedate con una maravillosa frase maravillosa que hoy a mi tío le decía a sus ex compareños de colegio a horas de su reencuentro: "No se olviden las canas, las arrugas, las panzas, los anteojos, las peladas... todas estas maravillas, nos hacen libres, sabios, glotones, intelectuales, trabajadores, inteligentes...NUNCA VIEJOS. Tanto costó conseguirlas que es hora de hacer un reconocimiento a estas virtudes de la vida."
¿Te imaginás si al primer gil que te preguntó esto en el boliche le hubieras respondido con tremenda realidad a futuro? Hay cosas que merecerían poder volver el tiempo atrás. Todas tenemos un muerto en el placard al que tal vez hubiera estado bueno partirle la cabeza con una frase así. Pero volviendo a nuestros días... mi planteo iba a ¿Cómo hacemos?
Para las que no me conocen tanto les cuento que yo casi cambié la secundaria por mi primer laburo. Arranqué exactamente 6 meses después de recibirme del bachillerato. Con recién cumplidos 16 y un par de cuotas adeudadas en la facu porque tal como dijo mi madre "Si elegís ir a una privada te la pagás vos". Decí que el laburo era tranqui y me permitía estudiar. Porque al sueldo apenas lo olía. Pagaba la facu, compraba apuntes y chau. Creo que lo primero para mi que me compré fueron unas sandalias en verano, luego de aprobar todas las materias de primer año.
Cuestión que desde entonces siempre estudié y trabajé. 4, 6 u 8 horas (para la gilada) más de una vez fueron 10, 12 y hasta 28 o 30 horas seguidas. De hecho, si bien dejé de estudiar unos años, jamás de laburar. O apenas unos meses entre cambio de un laburo a otro. Una de las peores épocas que recuerdo era el laburo en agencia de publicidad de 10 a 19 y entrar a la facu 19.15 hasta las 22.30 de lunes a jueves. Y lo más loco... el viernes te quedaban ganas de salir. Hoy me doy cuenta que si bien están organizados de otro modo, toda mujer más o menos joven, profesional en activo y madre, hace lo mismo o más. Porque al laburo cada día más exigente, le sumás criaturas demandantes de tiempo, ayudas escolares, recursos, compras, regalos, llevadas e idas a buscar... ni hablar de la que cocina u ordena y lava. Mbue a todo eso sumale (porque tenés ganas o crees que es TU tiempo) un pos-título, posgrado, maestría o simple taller de lo que sea. Algo que tal vez te llena espiritualmente o te permite salir de la locura de la casa pero que tarde o temprano también te exige un esfuerzo extra. Levantarte antes para leer apuntes, o hacer investigaciones, redactar ensayos, o cualquier tipo de actividad que por más interesante que te resulte te consume el bien más preciado que está en peligro de extinción: TIEMPO.
Por eso me vuelvo a preguntar ¿Cómo hacemos? ¿Somos alienígenas? ¿Será porque somos las primeras en levantarnos y las últimas en dormir? Y encima, las que tenemos que saber dónde está cada cosa en casa, qué ropa hay que ponerle a nuestros hijos y por supuesto dónde están las medias de nuestros maridos. ¿Será porque no nos queremos perder una tampoco? Y como la que tenemos al lado en la oficina no tiene hijos ni marido ni nada y por eso se engancha en mil posgrados y vos no querés perder el tren ni que un día se convierta mágicamente en tu jefa. Entonces le sacás horas al sueño (que es quemar las naves: lo último que queda). Y tus ojeras y vos pasean apuntes entre la oficina, el cole, la consulta del pediatra, el baño...
Chicas, amigas, madres -Son casi las 2 de la mañana. Mirá la hora a la que escribo- claramente estoy en la misma. Si es por pasión y te gusta, la sonrisa de satisfacción tapa las ojeras mejor que el corrector. Ahora si es por obligación o para mostrarle a tal o cual que... Olvidate. No quemes tus naves. Seguí disfrutando el viaje y quedate con una maravillosa frase maravillosa que hoy a mi tío le decía a sus ex compareños de colegio a horas de su reencuentro: "No se olviden las canas, las arrugas, las panzas, los anteojos, las peladas... todas estas maravillas, nos hacen libres, sabios, glotones, intelectuales, trabajadores, inteligentes...NUNCA VIEJOS. Tanto costó conseguirlas que es hora de hacer un reconocimiento a estas virtudes de la vida."
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martes, 27 de agosto de 2013
¿Sobreprotectoras?
A la hora
de dejar a nuestro hijo, las madres somos capaces de hacer cual-quier-cosa.
Googleamos jardines maternales cerca de casa o el trabajo. Preguntamos a amigos
y compañeros. Leemos foros de madres para ver si lo que dice la web del jardín
es verdad. Desconfiamos. Consultamos al pediatra. Llamamos a mamá (y porqué no
a tu suegra) para contarle y ver qué opinan. En una de esas les da lástima y te
ofrece cuidarlo ella. Recordás un par de desaciertos (como limpiarle la boca
con el trapo de la cocina u… ). Pensás que está grande y merece disfrutar su
tiempo como se le antoje. Además seguro le pone tele todo el día y al chico le
van a quedar los ojos cuadraditos.
Entonces evaluás la posibilidad de una
niñera, queriendo creer ilusamente que ella sí le va a hacer estimulación
temprana, en tu casa, calentito, sin tener que salir a la calle que un freezer
ni pescarse las mil y una pestes de los jardines. Pedís referencias.
Bah, antes que nada evaluás costos. ¿La dejarías sola con los chicos? Ahí te
agarró el miedito. Recordás historias truculentas de pelis, noticias varias y
malas experiencias ajenas y como cuando perdés en un juego, volvés al
principio.
Te decidís a hacer una investigación super exhaustiva, a lo Agatha Christie,
de los jardines maternales, pensando que lo mejor es que interactúe con otros
chicos. Navegando, preguntando o simplemente caminando por el barrio, te hacés
de 3 o 4 lugares para visitar. Coordinás con las directoras y vas. El primero
pinta bien. Pero cuando te muestran la sala donde va a estar parece más chica
que tu baño. Encima la directora te aclara que “para no molestar a los chicos”
el horario obligatorio es de 8 hs (sin excepción). Lo que significa que nunca
podés ir a sacarlo antes, ni darle de comer si estás cerca y podés salir a mediodía.
Sí, o sea no te dejan ver a Tu Hijo. Eso es comodidad para las maestras! No me
jodan Hijas de Hitler! Segundo jardín: la sala es grande, el horario es
flexible pero la seguridad menos 10! Un bebé no salió a la calle porque vos
(absoluta desconocida de la casa) le cerraste la puerta. Descartado. 3er jardín
(apuuren que se me acaba la lincenciaa!) todo mooy lindo, salvo que la luz les
llega por carta. Si lo dejo ahí se me deprime.
Después de encontrar la sala
perfecta, con el horario libre, maestras divinas y niños felices… Un día tenés
médico y lo terminás dejando una horita solo con la señora recepcionista (que
por la edad, podría ser tu madre), de la cual la única referencia que tenés,
son los 5 pisos por ascensor que compartieron, donde ni siquiera te habló del
tiempo. ¿Seguridad de que salga corriendo con el carrito? Ninguna. Ok, me cuida
gratis, pensás. Y no le pone tele porque no tiene. Lo más curioso es que se lo
dejás relajadísima. Te hacés el estudio y antes de irte (comprobando que el
bebe está enterito y sin un rasguño) se lo super agradecés. Entonces… ¿En cuál
situación nos equivocamos?
jueves, 25 de julio de 2013
Los Hermanos Macana
Por fin puedo tratar de ponerme al día
con mis amigas bloggeras que me reclaman por acá. La verdad es que
fue toda una felicidad ver sus comments pidiendo post! Gracias! ¿Cómo
va la vida de mamá stereo se preguntarán? Trataré de contar. La
verdad es que me doy cuenta que necesito este espacio, esta hoja en
blanco, estas palabras que suenan al son de las palabras que dicta lo
que queda de mi conciencia después una seguidilla de días
interminables entre llantos, mamaderas, pañales, celos, ropa sucia,
tirones de pelo, mal sueño, “Maamaaa” y más ropa sucia.
Antes que nada quiero matar
virtualmente a la hdp que alguna vez me dijo “No hay casi
diferencia entre tener uno que tener dos”. A vos turrita, date una
vuelta por casa si te animás. Que tengo un pibito que podés sacar
a pasear. Segundo quiero reiterar el consejo “No tengas al
hermanito a los dos años del mayor”. Antes de parir te di algunos porqués. Después de tenerlo se multiplican las razones:
1. Tener
dos hijos con pañales es antieconómico.
2. Hijomayor es grande y tiene que
entrar al jardín el año que viene sin pañales. Excelente razón
para sacarselos. Pero hacerlo en este momento es doble esfuerzo.
Algo así como imaginar que el Atlántico se vuelve dulce de leche y
una se quiere ir a España a nado. Traanqui.
3. ¿Cuál hijo privilegiar? El
grande porque está angustiado? El chico porque es super vulnerable?
¿Qué hacés si tenés que elegir entre cambiar a bebé cagado y
niño que se baja los pantalones en su cuarto para hacer lo segundo?
4. ¿Sigo? Naaa. Después me dicen que no quieren tener hijos por mis posts.
La cosa es que el tema escatologico
marcó un momento en casa. Una de las tardes que compartía con F
(padre el primer mes y medio cambió pocos pañales), mi mente me
tiró un concepto maravilloso. Para mi que este pibe (el de treinta y
muchos, padre) se cree que segundohijo vino con autolimpiante. Porque
se recalentaba con el bebe cuando lloraba sin parar y repetía “Comió
hace repoco, está abrigado, hizo provecho... qué le pasa a este
pibe??? Respuesta irónica: ¿Tendrá caca? Respuesta de marido: mirada lanza
cuchillitos.
Otros muchos días con hermanomayor
pasaron cosas similares. El tipo desde el día 1 que lo charlamos y
dijimos chau pañales de día. Tenés que avisar. Jamás se ensució
en la guardería o el jardín. Parece que manjea el temita del pudor.
O le importa mucho el quédirán. Ahora se nota que en casa se siente
taaan a gusto y cómodo que el último finde largo mi casa fue
literalmente un pañal. Absorvés olores nauseabundos por más de 12
horas y tu hijo es todas las barreras anti derrames dentro el
inodoro, solo por molestar. Eso es lo que envenena. El tipo se da
cuenta cuando va a hacer pis o caca, se baja los pantalones en
cualquier parte de la casa y hace. Total después mamá que está
relajadísima con el segundohijo limpia.
Lo bueno es que en esta padre se repuso
las pilas y lo lleva y/o acompaña cada vez que puede. Es más hasta
inventó “chocolate de premio” si el pequeño hace lo que debe
donde debe.
¿Y a qué viene lo de los hermanos Macana te
preguntás? Es porque si bien todavía no andan a los golpes literalmente. Sí chocan al pedir atención en los momentos más inoportunos. Pareciera que los dos supieran que una o
uno se queda solo y se complotan para llorar si uno juega con hijomayor.
Hacer pis o caca en su pieza cuando un@ está dandole la teta o la
mamadera al bebe. Colgarse de tu cuello hasta no dejarte respirar mientras tratás de dormir al bebe. O vomitarte todo cuando estás llevando al baño al de 3 años. ¿Celos? Sí, del grande me la creo. Pero si el
bebe me domina así con 2 meses, a los 10 años me manda a un
geriátrico!!!
La verdad es que estos casi primeros 3
meses de la vida de F fueron moooy intensos. Aprendía a hacer todo
de nuevo con una mano o menos: comer yo, dar una mamadera y pincharle
con el tenedor algo a hijomayor que anda demasiado exquisito con la
comida. O contarle un cuento a J con F en brazos porque en el moisés
llora. Hasta he tenido que dormir con ambas bestias (una de cada
lado) y padre exiliado en el sofá del living.
Mi humilde conclusión luego de una
exhaustiva investigación de mi propia experiencia es que dos pibes
te revolucionan la vida. Si queda alguna viva del otro lado y quiere
aportar ánimo, anécdotas o un simple “ya va a pasar” las
espero.
viernes, 26 de octubre de 2012
Es de plástico, hágala de goma.
Esta
famosa frase que cerraba un aviso de Angelo Paolo (delata mi edad!),
escrita por Ernesto Savaglio (uno de los más grandes creativos
argentinos, multipremiado mundialmente) volvió hoy a mi mente,
cuando al navegar la web Dscuento Argentina y
le quería comprar todo a Joaco.
Lo más curioso es eso. Por un instante caí en la cuenta de que esa
felicidad indescriptible una antes de ser madre sentía a comprarse
ese vestidito que te llamaba de la vidriera y te decía “te debo
quedar pintado” hoy lo sentís cuando le compras ropa, juguetes o
cualquier cosa a tu hijo.
Quedaron
muy atrás esos viernes y sábados de soltera en los que te caminabas
todo el centro buscando el pantalón que mejor te quedara para salir
a bailar. Hoy, quien maneja nuestra vida es el reloj. Si sos prolija
tu agenda. Y si sos techi, tu smartphone. Tenés 30 minutos para
almorzar, 20 para depilarte, 15 para maquillarte en el subte y
festejás cuando los shoppings abren 24 para las fiestas, porque
podés salir de compras tipo 23:00, después que el nene se durmió
bah.
La
cuestión es que entré en Dscuento.com (el sitio que reúne
todos los cupones y ofertas del resto de los portales y tiendas
online de compra) porque
lamentablemente no tenemos un octavo día en la semana como proponía
cerveza Quilmes con el día Osvaldo (otra publicidad) y es como
recorrer un shopping de descuentos online, sin moverme de donde esté.
O sea. A ver si me explico. Vos podés estar esperando el turno del
dentista y comprate un vestido de Las Oreiro. Podés estar trabajando
a su vez, comprándole esa camisita de Cheeky que le debe quedar
divina. Y lo mejor: con importantes descuentos, sin traspirar dentro
de los probadores ni escuchar llantos interminables de tu hijo -que
no le gusta salir de compras-.
jueves, 22 de diciembre de 2011
La cinta Gonzalito!
- La cintura
-
Los brazos
-
Las ganas de arreglarte
-
La ropa impecable
-
El dormir 8 horas
-
La dignidad/ vergüenza por darle la teta en cualquier lugar…
Después de una mirada cómplice, ya lejos del
programa y viendo cómo nuestros hijos compartían una noche inolvidable, maravillosamente
nos dimos cuenta de que también perdemos el miedo de quedarnos solas.
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martes, 16 de agosto de 2011
All you need is post!

Hoy el tema de fondo de este post es All you need is love . Y si podés, escuchalo mientras leés. ¿No es mágica cada estrofa? Escuchándola me pregunto: si los Beatles cantaban esto a fines de los 60s, ¿Cómo hace 50 años que no entendemos NADA? ¿O nos olvidamos? Porque los locos bajitos, como los llama Serrat, lo tienen super claro.
¿Te diste cuenta de que por más ropa linda que le pongas, deliciosos platos que le cocines, lugares y personas que le hagas conocer o cantidad de juguetes que le regalen, ellos sin tu amor de mamá o papá, no son nada? Y sí. Siempre fui más Beatle que Calamaro. Pero verlo representado en ellos, me mató.
Ver cómo tu presencia, tu palmadita, tu voz los ayuda a dormir. Cómo se les ponen los ojitos vidriosos cuando te alejás. Cómo confían solo en tus manos para aprender a caminar y te atrapan super fuerte para no dejarte ir. Cómo calmás todos sus miedos y dolores con “ya pasó” y acercando su cuerpito a tu pecho.
Me pellizco al ver cómo copia mis gestos, cómo aprendió a tirar y dar besos, cómo chusmea todo y analiza el mundo. Todavía no caigo en el poder que tiene mi calor, mi abrazo, mi mano rodeando la de él, mis besos… lo mejor es que el intercambio nos llena de vida a los dos. Porque parece que cuanto más amor reciben, más amor dan. Y así te cambian la vida -como te decían todos- pero mejor. Porque hacen que ningún día sea igual a otro. Y borran todas tus preocupaciones en segundos con una sonrisa, una mirada, una palabra.
Esta canción y todos los Joacos del mundo me dicen que la felicidad está más cerca de lo que la buscamos. Amigas lectoras que reclamaban un post que no ahuyente sus escasas ganas de ser mamá, ¿qué dicen?
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