No se porqué el ser humano se dice inteligente si necesita por lo menos caerese dos veces con una misma piedra para aprender a esquivarla. Eso más o menos pasa con el segundo hijo. Una se va acordando a medida que el retoño crece de Uh! cómo dolía dar la teta, Uh"! cómo se despierta cada 3 horas! Uh! qué maldita época los dientes!, Uh! como se ensucia cuando arranca a comer!... y mil etcs. Es como que una ha avanzado con el crecimiento del grande y la segunda vivencia te hace sentir que retrocediste mil casilleros. Una de esas tantas vivencias que seguramente debo haber olvidado pero como leerán me ocupo de anotar para NO volver a tener un hijo y tener que pasar por ella es: la famosa crisis del 8vo mes. Hace un poco menos de 3 años escribí esto sobre mi experiencia con Joaco. Para las que aún no lo han vivido o tuvieron la suerte de zafarla les cuento que es como una super angustia que le agarra al pibito porque, al empezar a moverse queriendo gatear, se da cuenta que vos y él ya no comparten un mismo cuerpo. (Gracias a Dios!!) Onda que el chico tiene un delay de locos. Pero sí, dicen que si no estás se puede sentir abandonado y de grande ser inseguro... la cosa es que hoy no se si es verdad o complot. Pero está insufrible.
Cuestión que, luego de dejarlo en la mantita de actividades y con la vana idea de ir a merendar, apenas me incorporo desde el suelo hacia una silla bebe llora desconsoladamente cual niño que le acaban de arrebatar su juguete más preciado. Lo miro sonriendo y le aclaro, mamá va a la cocina y viene. Pero simplemente al no verme redobla su apuesta de llanto. Que, si no les dije. Debería medir con esos aparatos del subte los decibelios, ya que estoy convencida -y se lo dije- mientras me taladre con ese llanto cuando arranque a hablar no lo voy a poder escuchar. Ya recibimos bastantes comentarios de vecinos tipo "ese que llora es tu hijo? (3 pisos arriba de donde vivo). Tierra tragame.
Sordera aparte. Y volviendo al ataque de individualismo que me agarró, le tiré una frase mortal al exageradamente hijo pegote que tengo. Digna de una desalmada. Fue algo así: "Hijo, ya pasaron los 9 meses y saliste. NO podés vivir las 24 horas arriba mío. ¿Sabés cuántas cosas vas a querer hacer sin mamá?" Sí, me zarpé. pero viste cuando lo necesitás vomitar porque si te lo comés te hace mal. Bueno eso. Después me arrepentí un poco. Sobretodo al ver su carita de Gato con botas de los ojos llorosos de Shreck. Y reflexioné.
Este pegoteo madre-hijo va a ir mutando de exagerado. Hoy es él el zarpado que quiere vivir 24 hs conmigo y dentro de 3 años me va a echar del jardín con un demoledor "Chau mamá" mientras me cierra la puerta en la cara. Y ni hablar de cuando invite amiguitos. Será: mamá traenos la leche y andate. Aunque lo mejor será en preadolescencia cuando soy literalmente un quemo para ellos. Ahí el "Chau mamá" va a ser por lo bajito y haciéndote señas de que te hagas humo y ni se te ocurra preguntarme a que hora vuelvo. Y ya se les ocurrió pensar en cuando te echen de tu propia casa porque quiere quedarse solo con la novia (amiga con derechos, chica que conoció hace 15 min, o similar).
Todo esto me lleva a pensar en aprovechar la exageración de amor actual y guardar para cuando pasen estas cosas. Una especie de hibernación. Pegotearnos ahora todo lo que podamos para no extrañarnos cuando sea grande. Pero shshhh! No le digan nada, a ver si de grande me sigue abrazando tanto como hoy.
Una ronda de mate o mesa de café virtual (depende de qué lado de la general paz naciste) donde las madres –presentes, recurrentes y futuras- podemos encontrarnos, refugiarnos, pelearnos, escaparnos, desentendernos, sentirnos reflejadas y sobretodo decir lo que nos pasa.
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miércoles, 22 de enero de 2014
Y se va la segunda
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jueves, 20 de diciembre de 2012
Segundo

Lo
que sí recuerdo es que a la semana, estaba 100% convencida de que no
sería tan pronto. Pero después de tanto tiempo una se olvida de las
noches en vela, la teta cada 2 horas y media y los murales de puré
en las paredes, porque lo que permanece en la memoria son las
sonrisas, los abracitos, y los dulces mamá que nos despiertan cada
día. A la par, sentimos que a lo lejos suena virtualmente el reloj
biológico en nuestra cabeza cuando soplamos las 35 velitas, y
mbue... nos lo planteamos de otra manera.
Y
recordando esta sentencia, viendo a Joaco jugando solo en su cuarto,
rememorando viejas andanzas con mis dos hermanos y escuchando cada
vez más seguido ese fatal “Y el segundo para cuando” nos
embarcamos inconcientemente en la búsqueda del famoso hermanito.
Esta vez mucho más relajados, suponiendo o vislumbrando que
conocíamos por lo que íbamos a pasar y por supuesto queriendo que
Joaco disfrutara de esa maravillosa sensación de tener un hermano.
Un amigo, confidente, compañero de vida. Alguien con quien charlar
antes de dormir. Quien te haga un lugarcito en la cama cuando hay
tormenta. Alguien a quien pasarle la ropa. Con quien aprender a
compartir los juguetes, los amigos, los padres. Y a este punto va el
post.
Porque
si bien todos te cuentan de los celos que van a surgir entre
hermanos, jamás pensé que fuera tan pronto. Antes de mirar el
resultado del Evatest, Joaco ya estaba insoportable. Se convirtió en
un ataque de nervios permanente. Un pegoteo desmesurado conmigo. Unas
patadas o manotazos a la panza cada vez que puede. Es más, si fuera
nena creería que le vino o le está por venir, porque le surjen de
la nada unos altibajos emocionales, típicos del prototipo de mujer
histérica. En segundos y sin motivo aparente se largan un llanto
propio de un golpazo y al toque por la misma razón (o sea ninguna)
se matan de risa.
Esta
situación me llevó a reflexionar sobre cómo serían los primeros
días del/la segund@ -al día de hoy no sabemos qué será- . ¿Te
diste cuenta que el segundo ya tiene competencia antes de conocer el
mundo? Encima, no se le presta ni la mitad de atención que al
primero. Yo personalmente, no leo cada noche el diario de un embarazo
para ver qué le pasó hoy. Ni le ponemos música tan seguido. Ni
sigo la dieta como antes. Y aunque trato de caminar siempre que
puedo, no hago gimnasia como antes. Además de tener que levantar a
Joaco cuando se empaca. Y tantos “ys”... que me ataca la culpa y
siempre que puedo trato de ser ecuánime. Sobretodo porque yo siempre
me quejé de esa desigualdad entre el primero y el segundo. Pero es
casi imposible. El de afuera demanda como si supiera que se le
termina el reino pronto. Y el/la de adentro ni se imagina lo que le
espera. Una vida plagada de comparaciones “Es más largo, gordo,
lindo, tranquilo... y demás guachadas... que Joaco”, un
guardarropas de feria americana (incluso si es nena), un carrito,
huevito, cuna y hasta juguetes usados... ¿A los cuantos meses conoce
“el olorcito a nuevo”?
Ahora,
si los médicos saben que a los chicos de 2 les cuesta este tema, me
podés explicar ¿porque demonios te joden para que tengas otro a los
2? Obvio ¡¡Para joderte la vida!! Porque ellos lo traen al mundo
pero el que se lo banca todos los días sos vos. ¿Cómo harán esas
mega familias que se les ocurre tener 5, 6, 7 y hasta 8 pibes? ¿Tan
masoquistas son? ¿Será verdad que del tercero en adelante se cría
solo? ¿Hay una edad óptima para tener al segundo? Yo ya estoy al
horno, pero por si te sirve te cuento. Muchos artículos de internet
dicen que lo mejor es antes de los 2. Pero con lo que me costó a mi
adaptarme a esta nueva vida, esa no era opción. Otras mamás que de
2 a 4 está bueno para que jueguen juntos y compartan más cosas. Pero
bancate la época de los berrinches de los 2. Porque con un embarazo
le estás dando una razón más que valedera para que se encapriche
con pavadas. La
última es que sean más grandes y probablemente te pidan ellos un
hermanito. Aunque indefectiblemente surgirán los celos en algún
momento.
En
síntesis, “si
te gusta el durazno, bancate la pelusa.”
No leas tanto, ni te informes en demasía, ni le rompas tanto al
pediatra, la maestra y el obstetra con preguntas sin respuesta.
Recordá a aquellas madres inmigrantes de principios de 1900 que
tenían entre 10 y 13 hijos. Seguro que jamás se plantearon todo
esto. ¡Y sobrevivieron!
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