jueves, 9 de junio de 2011

Cómo ser mamá sin que te pidan el divorcio en el intento


Después del último post, le di lástima a varios y logré salir a cenar con mis mejores amigas. Casi todas ellas madres (pasadas o recientes) y lógicamente el tema maternal se instaló en la mesa. Como nos une el juramento de no comentar historias privadas, solo voy a decir que me quedé con una reflexión que tiró una de ellas: “Si la pareja no está bien, sobrellevar la llegada de un hijo es mucho más complicado.” Días después le sumé a mi pensamiento otra declaración genial que escuché por ahí: “Ahora entiendo porqué tantas parejas se separan con chicos chicos.”
Como leerás, las novelas de las 3 de la tarde nos mintieron toda la vida. La chica que busca quedar embarazada del protagonista para atraparlo ¡No tiene ni idea de lo que le espera!!! Es decir, no solo que en la vida real no se quedaría con ella, sino que tal vez y si lo confirma un ADN puede que le pase una mensualidad. Pero de hacerse cargo NI A PALOS.
Lo mismo vale para esas ilusas que creen en el mito de salvar una pareja con la llegada de un hijo. No solo no la salva sino que además de complicarla pone a prueba a los padres y le hace la vida más difícil a esa nueva criatura.
Como un engendro entre Agatha Cristi y psicóloga de pareja que necesita catalogar un hecho con un comportamiento general para sentirse mejor y porqué no, parte del mundo.
La hipótesis fue: un bebe suma nuevas responsabilidades y tiempos que ambos padres deben asumir, compartir y compatibilizar con todas sus obligaciones preexistentes. Léase, sumarle horas al día o estrujarlas hasta que todo quepa en las efímeras 24 que tenemos. Es así como llegamos a vernos… Cocinando purecito, polenta, pollito y todo lo que el médico escribió y termine con “ito” a las 12 de la noche, para que el pequeño al otro día se alimente y no termine comiendo como nosotros; durmiendo zipeadas en la cuna funcional con tal de que te deje dormir una hora seguida; lavando medias, baberos o bodies mientras nos bañamos, y hasta aceptando cenar lo que dejó el bebé con tal de no volver a cocinar.
Claro después de esta vida envidiable, qué pareja se dedica un ratito a ver cómo anda el otro. Con tanto cansancio, dejar las zapatillas en el comedor puede ser un crímen de lesa humanidad para tu pareja. Entonar de más una respuesta, la mecha que enciende una discusión, y subirle un poco la voz al bebe porque no responde a tus órdenes, puede convertirse en una bronca con el otro porque ¡No me la puedo agarrar con una criatura de 10 meses!
Enojos más o menos, tal vez lo que nos sirva a todas sea volver a leer esas notas rosas de las revistas que nos recomendaban asegurarnos una hora por lo menos para nostras, hacer algo que realmente nos llene el alma o mimarnos como más nos guste. Si alguna se le ocurre otra solución… BIENVENIDA! ;-)

jueves, 7 de abril de 2011

Ma, ¿puedo ir a… ?


Cuando te convertís en mamá mil cosas cambian. Las salidas también. En realidad no cambian. Se autodestruyen en 10 segundos como el grabador de Misión imposible. Aunque te quieras hacer la loca, la superada, la mamá pulpo que puede con todo y más. Entre nos… no jodamos. Salir, lo que se dice salir. No podés con un bebé. Entonces te auto engañás con “hace frío”, “mejor vemos una peli”, “llevamos al nene así lo conocen”, “estoy cansada, mejor nos quedamos”, “qué tantas ganas tenés de ir”… Ahora, que estás leyendo esto para reírte de nosotras mismas, esquivar el laburo un ratito más, o simplemente porque ya se te acabaron los mails… preguntate y respondete sinceramente ¿Hace cuánto que no salen vos y tu pareja solos? A cenar, al cine, al parque, a tomar algo, a sacar la basura aunque sea???
Es que para salir ahora hay que llamar aun cónclave de obispos y esperar que salga el humo blanco por poco! Y no es una metáfora créanme. Parece como si hubieras retrocedido 20 casilleros en tu vida. Porque igual que hace 15 años te ves hablando con tu mamá con cara de pollito mojado mirándola desde abajo con las cejas arqueadas hacia arriba, como pidiendo perdón y esbozás con vos finita la frase “¿No me cuidás al nene el jueves que queremos ir a…?” ¡¡33 años al pedo nena!! 33 años y le tenés que pedir permiso a mamá, a tu suegra, a la madrina, a la baby sitter y hasta el chico del delivery para salir a tomar un humilde helado con el que solía ser tu media naranja (marido, amante, tutor)!! ¿Y vos creías que cuando te fuiste de casa a los 21 eras libre e independiente? Una vez más. Cuánta razón tenía Mafalda, che.

miércoles, 30 de marzo de 2011

De la gravidez a la gravedad


Desde los 15 que vengo diciendo que el cuerpo de la mujer es cruel. Y a pesar de que los hombres me retrucan que la mujer en su totalidad lo es, yo sigo comprobando que el envase que nos tocó es maldito. Y te explico porqué. Hasta los 11 vivimos sin pena ni gloria más o menos igual que los varones. Pero a los 12 (años más años menos) cuando te indisponés por primera vez, acaban de robarte tu peso. Sí, sí, como lo leés. Ya nunca más vas a poder saber cuánto pesás. Porque depende del día del mes vas a estar +/- 2 kilos, lo que representa +/- hinchada, y te entra +/- ropa! (nada mejor para esa edad) Entonces soñás con no indisponerte más, y (decisiones más, decisiones menos) te embarazás. Y ahora sí la hinchazón llega para quedarse! Tanto que puede que tu estómago termine debajo de la garganta o tu vejiga se enrosque en la columna vertebral. Pero en ese momento no te importa nada. Tu vida se focaliza en tu panza, tu hijo, su futuro juntos, la cuna, la deco de la piecita, la ropita, los chiches… ¿a quién le va a importar dónde está su hígado? Pero tarde o temprano el bebe abandona el útero y quién se queda a limpiar el “desorden”. Obvio, vos.
Ahí se viene una etapa de vaivenes, que tu cuerpo te marcará a rajatabla. Si das el pecho y tenés mucha leche, se te van a poner como dos melones durísmas (dirían en lo de Petinato) que no va haber pad que te banque. Vas a rogar que el bebe tome y tome, o te vas a pegar el sacaleche a la axila con tal de relajar un poquito la zona.
Ahora. Algo muy distinto quedó en lo que solía ser tu panza. Es el principio del fin. Ahí ya se perciben los primeros efectos de la ley de gravedad. Básicamente, donde estaba tu hijo, ahora hay un flan. Una gelatina con animal print de estrías que cae rotundamente hacia abajo, ejerciendo un movimiento pendular (de un lado al otro) cuando caminás. “Tenés que fajarte” sentencia tu mamá. Y vos te la quedás mirando y al fijar tu vista en su panza, pensás: “¿Me está jodiendo? ¿Con qué autoridad lo dice? ¿Todavía cree que funciona?
Ni te digo cuando dejás de amamantar. Ahora sí. El estómago que antes quedaba arriba del esternón, hoy pelea con las tetas a ver quién llega más abajo. Es como si te hubiera agarrado el Sopleteador de Arnet despeinándote el cuerpo de cabeza a pies.
Yo apenas llevo 33 años con este cuerpito Boteresco. Pero escucho ideas de tunning para dentro de unos años. Si ya te hiciste algo y lo recomendás… CONTAME!!!

martes, 29 de marzo de 2011

Ser madre: ¡ahora o nunca!


Viniendo para el trabajo leí la tapa de la revista Barcelona y me pareció que se merecía ser parte de mi post de hoy. El titular de tapa decía: ¡A coger que se acaba el mundo! Frente al Apocalipsis de desastres naturales, recomiendan copular sin preservativos. Enseguida lo asocié con la extensión de la licencia que ya es ley en Córdoba y gracias a Dios también se está debatiendo en las Cámaras de la Provincia de Buenos Aires y a nivel nacional.
¡Fabulantástico! ¿Cómo lo conseguimos?
- Realmente se termina el mundo en el 2011 -Nostradamus tenía razón- y como de acá a que quedar no llegás a tomarte la licencia… ¡te dicen lo que querés escuchar!
- ¡Es año electoral chicas! Si ellos votan por esta ley, creen que vos tu marido y tu mamá y tu suegra y todos los que alguna vez te tienen que cuidar al nene ¡los van a votar!
- Enterate que estás en un blog muy influyente. Y mi persuasivo post Volver al trabajo: 38 semanas de gestación. ¿12 de licencia? (linkear http://terapiadeprimerizas.blogspot.com/2011/01/licencia-para-matar.html) logró convencer a todos estos diputados y senadores!
Egontricidades aparte, la verdad es que creo que como Nación, deberíamos preguntarnos qué clase de ciudadanos queremos tener a futuro y ayudar a sus padres en el día a día, para que generar un fuerte vínculo como familia. Obviamente esto caería en saco roto si esto no se acompaña de mejoras económicas para los maestros que lo van a educar y los médicos que lo van a cuidar, no?

viernes, 25 de febrero de 2011

La crisis del 8vo mes ¿es contagiosa?


Hace unos días que Joaco no anda del todo bien. Llora, llora y llora. Espacialmente cuando me voy. Pero no sólo cuando salgo de casa. Sino que llora desconsoladamente si me voy 2 minutos a la cocina, si lo dejo para ir al baño y hasta si paso de su pieza a la mia. Después de navegar por varias páginas y leer notas, deduzco que el pequeño rey de la casa está pasando por la Crisis del 8vo mes. Algo que parece que les pasa a muchos bebes (no a todos, pero como es crisis y somos argentinos seguro que a nosotros nos toca) cuando empiezan a moverse (gatear, pararse, dar pequeños pasitos) y a explorar el mundo que los rodea, porque se dan cuenta de que ellos son una persona y su mamá otra, ya que hasta ese momento él creía que los dos éramos uno.
Pero, ¿qué siente una en esos momentos? La crisis de la crisis. Porque por un lado te sentís la Superpoderosa de las madres. Sólo vos podés calmar su llanto, podés hacerlo reír a carcajadas, calmar su ansiedad, hacerlo dormir, ser objeto de todas sus miradas... Vos hoy lo hacés feliz. Lo completás. (eso es refuerte!) Pero a la vez (sí, siempre después de un piropo hay un pero) esa criturita te hace saber a fuerza de llanto (su forma de comunicación básica) que no está para nada de acuerdo con que vos trabajes fuera de casa. Tampoco quiere que cocines (ni que pidas delivery si él no te ve), ni que vayas al gimnasio, ni ahí que te depiles, salgas de compras sin él y mucho menos bañarte si él no duerme.
Esto obviamente repercute terriblemente en tu vida cotidiana porque si por tu bebé fuera, el volvería a meterse adentro tuyo unos 9 meses más, para no separarse nunca más de vos. A ver si me entendés, no es que sea tu fan, es el presidente de todos tus clubes de fan y está dispuesto a TODO por conseguirlo. Llorar a lágrima partida, patalear como si estuviera en aqua gym, hacer escándalo en la vía pública (hasta que te de vergüenza), morder y en lo posible romper todo lo que caiga en sus manos… o sea… a ver… todo.
La verdad, es que si lo pensás en en frío, es super gratificante que tu bebé sienta esto por vos. Pero cuando te lo pide a su manera todos los días, se vuelve insoportable hasta para la madre más amorosa del mundo. Porque encima, generalmente le agarra esta locura, cuando todo estaba “ordenadito”. Él comía a las 7, 10, 13… dormía 8 horitas de corrido, pedía cambio de pañal cada 3 o 4 horitas. ¿Cómo es que ahora se despierta llorando a cualquier hora? ¿Cómo que sólo se calma si duerme con nosotros? ¿Cómo que ahora no quiere estar en brazos ni de papá? ¿Cómo corno se supone que una mujer normal, promedio, pueda ser empleada y madre sin tener que patearse las ojeras cada mañana?
Me volqué a la lectura para responder aunque se superficialmente estos cuestionamientos existenciales y encima, ¿qué encontré? Que todos los psicólogos, pediatras y demás “expertos en niños” se han complotado para hacer engordar mi culpa hasta límites insospechados, tirando farses como: “Si no le dedicás más tiempo va a ser inseguro”, “si no te ve o escucha se va a sentir abandonado” , “lo que hoy vive tu bebé forma su personalidad y a futuro será más o menos extrovertido”. Yo no se mi bebé, pero yo después de leerlos seguro arranco terapia! Salvo que alguna de ustedes me cuente ¿qué se puede hacer para aliviar la angustia del bebé sin hipotecar mi cansancio? ¡Gracias! ZZzzzZZZZ.

martes, 1 de febrero de 2011

Desafío


Se pone serio. Curva la boca como arquito de medio punto. Pone los ojos finitos como chinito. Levanta la cabeza, abre la boca y arranca: buaaa, buaaaa, buuuaaa, buuuaaaa, buuaaaa, buuaaaa. Te mira con cara de gato con botas de Shrek. Como no le das bola, insiste: buaaaa, buaaaaa, buaaaa, buaaaa, buaaaa, buaaaa, buaaaa, buaaaa, buaaaa, buaaa. Para no escucharlo te vas. Entonces él enfatiza BUAAA, BUAAA, BUAAA, BUAAA, BUAAA. Y grita más fuerte (porque sabe que estás más lejos) BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA. Se le cae alguna que otra lágrima. Está rojo de bronca. Y sigue: BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA. Como ve que no funciona empieza a golpear cosas para hacer más ruido. BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA. Arranca la discusión con mi marido:
E: Tendrá hambre?
Y: Comió hace una hora. ¿Será sueño?
E: Dejalo que se cansa y se duerme solo.
Y: Deben ser los dientes.
E: Ya dijo el médico que falta. Quiere upa.
Y: Que se olvide. Caprichos a mi, no.
BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAA. ¡BASTA! Ganó.
¿Vos cuánto aguantás? Probá hacinedo click acá

martes, 25 de enero de 2011

¡Un virus a la derecha por favor!


Madre argentina, así es de cruda la realidad: una vez que sos madre, perdiste el derecho de enfermarte. Y acá no valen los certificados, ni las líneas de fiebre, ni la baja presión ni ocho cuartos. ¿Te enfermaste? Te jodiste. El nene no sabe qué es la fiebre. Ni el revoltijo de panza. Ni la resaca. Ni el dolor de cabeza, ni de espalda, ni de muela, ni, ni, ni.
Entonces se te tira encima como siempre sin saber que si te sigue pateando lo podés vomitar, o que el ruidito de su móvil suena 15 veces más estridente en tu cabeza, o aún peor: que ese olorcito a queso rancio de su babero puede ser dinamita en una mañana de resaca.
A todo esto, sumale que si le seguís dando teta hasta el año, pase lo que te pase (léase: te cortés una pierna o te duelan los ovarios) sólo podés tomar paracetamol o ibupirac, y no más de 4 al día. Y que no te toque una racha de enfermedades en el jardincito, porque ahí el bebe funciona como la virgencita del tiempo, pero para las enfermedades. En la guarde hubo brote de anginas, vos caes con anginas. La otra semana cayeron 3 con gastroenteritis y preparate porque caen los dos. Y no hay arroz con queso que te salve!
Mi humilde consejo: ajo y agua. A joderse y aguantarse. La enfermedad es mental. Repetite 10 veces no me duele nada y se te va a pasar. Y sino, ya tenés una razón más para contestarle a todos esos que te hinchan con “¿Y para cuándo el hermanito?”